
La Tutoría: terror existencialista en el cole
Un colegio. Una profesora y un cuerpo directivo nervioso. Un incidente entre dos niños... un incidente turbio, aunque cueste reconocerlo. Unos padres preocupados... e indignados. Una madre que no sabe dónde está a punto de meterse. Cuentas pendientes del pasado.
La Tutoría podría ser una de esas películas que, con más o menos humor, nos hablan sobre cómo los padres son incapaces de resolver problemas cuando sus hijos están en el centro de los mismos. Sin embargo, Halfdan Ullmann ha elegido un tema escabroso para hablarnos de algo mucho más amplio, y para hacerlo con un tono cercano casi al terror, al agobio de las historias sobre casas encantadas en las que los fantasmas no acaban de dar la cara, pero están presentes... vaya que sí lo están .
Si tengo que buscar un referente cercano para hablar de La Tutoría , tengo que echar mano de The Brutalist , no por la realización, sino por la sensación de incomodidad que ambos directores buscan transmitir al espectador para sacarlo de su zona de confort y hacerlo reflexionar. También por la intensidad con la que ruedan y abordan cada una de las escenas de la película, sin dar respiro al espectador, con el riesgo que eso conlleva. Y por la violencia física y mental que en un momento determinado pueden llegar a ejercer sobre sus personajes protagonistas.
Sin embargo, La Tutoría no habla del arte y el dinero. Tampoco de la obsesión o la culpa. Habla más de la sociedad, del dolor, del daño que transmitimos a nuestros hijos y de la soledad, de los prejuicios, claro. Y hasta de un amor soterrado que aquí está definitivamente fuera de lugar, quizás el único "pero" real que se le puede poner a una película rodada íntegramente en un colegio lúgubre que se vuelve cada vez más opresivo para sus protagonistas.
Ahora bien, decir que Ullmann ha conseguido una obra en la que sus intenciones calan en el espectador no es decir que sea un largometraje fácil de ver, ni siquiera recomendable. El director se empeña en torturar de más con algunos momentos incómodos, en querer sacar la Verdad demasiadas veces de instantes que a lo mejor solo deberían haber ocurrido, sin mayor importancia. Puede saturar tanto que eso la haga perder efectividad, pero al menos es cine de autor que puede presumir de serlo y no solo de intentarlo.