La zona de interés: La vulgaridad del horror
¿Hasta qué punto puede el ser humano blindarse ante el dolor ajeno y preocuparse solo por su propio bienestar? Mucho, sobre todo cuando las cosas están difíciles. En medio de un apocalipsis parece comprensible, que no correcto, despreocuparse del vecino con tal de salvar el propio pellejo, pero... ¿y si el apocalipsis somos nosotros y más que salvar el propio pellejo lo que queremos es vivir bien?
Una reflexión similar es la que nos propone el siempre personal Jonathan Glazer con La zona de interés. El comandante Rudolf Höss y su esposa Hedwig viven de maravilla... en Auschwitz. Él ha sido el encargado de construir y hacer que el campo funcione. Ella, mientras tanto, ha ido construyendo una casa de ensueño en la que vivir con sus hijos justo al otro lado del muro del campo de concentración. Su día a día es idílico, a pesar de los gritos de horror y disparos de fondo, hasta que a Rudolf le proponen un ascenso con traslado. Entonces, Hedwig montará en colera: ella quiere seguir viviendo en Auswitchz.
Glazer nos propone una historia incómoda -no es la primera vez que lo hace- en la que el discurso trasciende lo histórico para adentrarse en lo humano. El horror del campo de concentración se filtra por los resquicios sin que lleguemos a verlo directamente, porque a fin de cuenta hay un muro que nos separa de él y lo único que tenemos que hacer es ignorarlo, despersonalizar a las víctimas (y ni siquiera he utilizado el término ‘odiar’) y preocuparnos por lo nuestro.
La zona de interés es pertubadora por la universidad de su mensaje, aunque Glazer abuse de efectos sonoros para recordárnoslo. No hacía falta, cualquier persona con dos dedos de frente sabrá que algo en esa historia es terrorífico. Puede que tampoco parezca juego limpio vulgarizar a la pareja protagonista como el director lo hace, pero sí resulta interesante. Los monstruos no tienen por qué ser refinados ni malvados al extremo. Los monstruos pueden ser gente vulgar y un poquito patética con el poder suficiente para cometer sus pequeños pecados domésticos mientras ejecutan un genocidio.
Es interesante, pero difícil. Una vez más, una trama mínima para una historia incómoda en forma y fondo. Perturba y puede fascinar. Ustedes sabrán
Director: Jonathan Glazer
País: Reino Unido