Las peñas también declaran las fiestas libres de agresiones sexuales

10/09/2018 - 22:06 Redacción

Colores, gritos, ruido, mucho ruido, olor alcohol, camisetas mojadas, risas, sonrisas y carcajadas. En el día de pregón, la Plaza Mayor de Guadalajara no suele ofrecer grandes sorpresas. Todos los peñistas  saben que es uno de los días grandes de la semana, sobre todo para ellos. De hecho, hay algunos que después del lunes vuelven a guardar el uniforme hasta el fin de semana. Porque el desfile de peñas, es el desfile, y quien lo ha vivido lo sabe, lo recuerda e intenta repetir. Y también por eso, cuando unas pocas horas antes del pregón el cielo decidió echarse unas lagrimillas, nadie temió ni por un momento que eso pudiera anular la cita... Ni que esto fuera un concierto de Raphael.  


Este año le tocaba a la peña La Otra dar el pregón de fiestas. El discurso, como todos los de este día, tampoco aspiraba a ser pronunciado en medio de un silencio sepulcral. Más bien lo contrario. Arriba, en el balcón, unos intentan hacerse oír. A bajo, en la plaza, la gente grita,  aunque en esta ocasión el acertado discurso de Sergio Cifuentes, presidente de La Otra, sí consiguió llamar su atención. “Lo primero, pedir perdón a los vecinos de Guadalajara por todas molestias que podamos causar”, comenzó. “Os rogamos que nos perdonéis y entendáis el ambiente de jolgorio que inunda Guadalajara”. 

Los miembros de La Otra habían ocupado las primera filas para dar un apoyo especial a su pregonero, que estaba en el balcón del Ayuntamiento junto a expresidentes y miembros fundadores de la peña. Y a todos ellos les dio las gracias. También a las instituciones colaboradoras, a la Policía Local, Protección Civil y sanitarios. “Gracias por vuestro apoyo y esfuerzo para que todo esto de lo que tanto presumimos salga bien”.   

Y por último, tal y como había advertido al iniciar su discurso, quiso ser reivindicativo. En este caso, para reclamar  “unas ferias como las de hace 15 o 20 años”, cuando “las peñas no eran ningún negocio y llenábamos de color las calles, parques y plazas”, continuó. “Las peñas no somos ningún problema, somos la solución, las que llenamos el programa de Ferias de actividades (...) Somos una parte importante de Guadalajara que ha sido desterrada más allá de la A-2.   

Las palabras de Cifuentes calaron entre el público, que las vitoreó como si fueran propias, pero más éxito aún tuvo el final de su discurso, cuando recordó “A mis querido cabestros, que no es no. Pero que si no es un sí, también es un no. Hagamos de Guadalajara una ciudad libre de agresiones sexistas”.  Y después de aquello los vivas, el chupinazo, los fuegos artificiales, más gritos aún -porque cuando parece que ya no se puede gritar más, los peñistas lo consiguen- y ya está, Guadalajara en fiestas. 

La Calle Mayor volvió a ser testigo de la alegría de estos peñistas. La Otra era la encargada de abrir el desfile. Y tras ellos, BO2, El Tarro, El Carajillo, La Amistad, Bufalos, Bizcocho Borracho, Buey, Lacasetes, La Agüela, los de Caracol vestido de negro y celebrando su 40 aniversario, Agapitos, La Crisis, El Pellejo y su pegadizo lema “si quieres llegar a viejo, bebe vino de pellejo”, Fugitivos, Carioquita, Escopitos, Peña Güeva, Choitos y Spynce, 

Entre los peñistas, como siempre, se mezclaban disfraces de las más diversas inspiraciones, en esta ocasión de novias, de los personajes de la película Los Increibles, de Popeye, de novias dispuestas a pasar por el altar -hay que ver lo mucho que le gusta a los chicos este disfraz que no suele faltar ningún año en el desfile-, de plátano e incluso un par de señoritas Wally. Tampoco faltaron los clásicos de cada peña, como el burro de La Crisis, el tren de Búfalos o el cañón de espuma de Spynce. Sin sorpresas, pero tan únicas como cada año, las peñas hicieron un año más las calles del centro suyas, pidiendo perdón por anticipado, porque tienen pensado pasarlo muy bien este año.