1974: Las primeras escaleras mecánicas de Guadalajara

22/05/2021 - 12:55 Luis Monje Ciruelo

Representó un hito en la transformación de Guadalajara el edificio de diez extensas plantas levantado en la plaza de Santo Domingo en sustitución del viejo caserón “de Alvarito”, 'Gale-Prix', con las primeras escaleras mecánicas de nuestra historia.

 

Por Luis Monje Ciruelo (artículo publicado en Nueva Alcarria el 14 de septiembre de 1974)

El progreso de las ciudades es una cadena de infinitos eslabones en los que resulta difícil distinguir los que han sido decisivos. Porque todos son necesarios y ninguno, quizá, es imprescindible. Cuando volvemos la vista hacia atrás el camino del desarrollo nos parece un itinerario monótono y semejante a sí mismo en todos los tramos. Marcar la ruta seguida con los jalones de las fábricas inauguradas no me parece suficientemente expresivo. Entre otras razones porque ninguna industria tiene bastante personalidad como para poder delimitar las etapas de nuestro desarrollo. Además, las fábricas no proporcionan bienestar, aunque lo favorecen. Algunos quizá elegirían como momentos clave de la ciudad la creación de los polígonos de descongestión, la construcción de viviendas de cooperativas en El Balconcillo, la inauguración de la nueva traída de aguas, la modernización de las infraestructuras, etc.

Es posible que todos llevaran razón puesto que sin estos avances todavía estaríamos al nivel de los años cincuenta. Varias fábricas hay que también han jugado un importante papel en el progreso de Guadalajara. Asimismo, eslabones decisivos en esta cadena sin fin del crecimiento y potenciación de Guadalajara han sido la implantación de un servicio urbano de autobuses, la erección de bloques de diez y más pisos, la apertura de nuevos centros educativos y otros avances tanto o más importantes, ahora olvidados.

Pero somos muchos los que pensamos que el progreso se refleja mejor a veces en mínimos acontecimientos, en pequeñas novedades, que se quedan grabadas más fácilmente en la memoria del pueblo que otros más importantes.No podemos calificar de menor cuantía, por ejemplo, el hito que representa en la transformación de Guadalajara el apabullante edificio de diez extensas plantas levantado en la plaza de Santo Domingo en sustitución del viejo caserón denominado “de Alvarito”. Los grandes almacenes que el pasado miércoles fueron inaugurados en las plantas baja y sótano en medio de la expectación popular señalan igualmente el comienzo y el fin de una etapa en el desenvolvimiento de nuestro comercio. Estas modernas galerías comerciales darán el cerrojazo definitivo, como dijo el alcalde en su intervención, a un largo periodo de establecimientos galdosianos de barrio que cumplieron debidamente su misión durante el tiempo del subdesarrollo. Y como signo de esa evolución comercial, de esa transformación de sistemas y procedimientos, yo me he fijado en las escaleras mecánicas instaladas entre los dos niveles del local.

Creo que son las primeras escaleras de esta clase que funcionan en Guadalajara, y me parece que en este caso la anécdota merece ser elevada a categoría para hacer de estas primeras escaleras mecánicas –aunque sea rizando el rizo de la originalidad- un símbolo de la modernidad alcarreña. En la historia menuda de lo cotidiano, estas escaleras quedarán grabadas en la memoria popular con los mismos caracteres que los primeros ascensores que se instalaron en la capital, allá en la década de los cuarenta, en el edificio del Banco Zaragozano, en Santa Clara, y que allí continúan con su señorial empaque prestando servicio como el primer  día. Los hijos de los jovenzuelos que entonces se complacían en subir y bajar en ellos, eludiendo la vigilancia del portero, juegan hoy a descender y ascender por las escaleras mecánicas de “Gale-Prix” con la ilusión de hacer a la salida del co legio lo que hasta ahora sólo podían realizar en establecimientos madrileños.

Guadalajara progresa y se expande y se potencia, y hay mil señales que evidencian todos los días el irreversible desarrollo de la capital. Los economistas y los políticos lo comprobarán a través de datos de rentas, productos y otras estadíscas. Pero hay muchas gentes sencillas que interpretarán y disfrutarán estas escaleras rodantes como una expresión más, junto al televisor, el piso y el coche, de la indudable elevación de nuestro nivel de vida.