Lecturas de patrimonio: El puente de Zorita de los Canes
Contaré aquí, brevemente, la historia de un elemento patrimonial que ya no existe.
Zorita de los Canes tuvo uno de los puentes más grandes y señalados del curso del Tajo por Castilla. De su castillo y de su puente, ambos fortificados, le vino su importancia. Alcanzó a ser ciudad importante de Al-Andalus. Ya es nombrada en época califal, cuando las luchas en aquella zona de la Alcarria entre los ejércitos de Abderramán III y la tribu rebelde de los Banu Din Nun. Desde entonces (siglo X) fue plaza relevante, gracias al poder estratégico del peñón sobre el río, en que se construyó castillo, recogiendo buena parte del material constructivo de la cercana y vieja ciudad visigoda de Recópolis. Estuvo integrada en los caminos o rutas que llevaban desde Córdoba, hasta Zaragoza, pasando por Huete y Uclés primero, y por Molina, Daroca y Muel después. Realmente Zorita estaba en las rutas fundamentales de las comunicaciones peninsulares, y por lo tanto su castillo y su puente eran cruciales. Tras la reconquista de la zona, los reyes castellanos le dieron también suma importancia, siendo Alvar Fáñez uno de sus primeros tenentes. El momento de mayor trascendencia es cuando queda bajo el señorío de la orden de Calatrava, desde 1174.
El puente de Zorita se construyó casi con total seguridad en época califal, pero debido a las grandes avenidas de los otoños lluviosos, en numerosas ocasiones colapsó, siendo enseguida rehecho, porque su paso sobre el Tajo era crucial en la supervivencia del califato. En época cristiana sucedió de la misma manera. Y hay documentos que dicen que ya existía en 1152, y en 1294 el puente fue rehecho completamente, mientras que la noticia de 1545 nos dice que fue destrozado e inutilizado por una riada, aunque de inmediato se iniciaron las gestiones para reconstruirlo, quedando de entonces el machón de la orilla izquierda sobre el que hoy habita un restaurante.La importancia y tradición del paso supuso que entre riada y riada, y ya definitivamente desde 1545, un puente de barcas sirviera para cruzar el Tajo en ese punto, manteniendo durante mucho tiempo todavía Zorita su importancia. Aunque se planteó su reconstrucción, esta no se llevó a cabo porque –entre otras razones– los pueblos de 10 leguas a la redonda no estuvieron dispuestos a colaborar en el repartimiento que desde el Consejo de Estado se planteaba.
Puente del Arzobispo. Grabado antiguo de su puente.
Matías Escudero Cobeña en su Relación de Casos Notables escribió a propósito de las lluvias y nieves del invierno de 1544-45 Volvió otra creciente como la pasada o mayor día de señor San Sebastián, que es a los 20 de enero del año 1545 y con la mucha madera que traía derribó la Puente de Zorita, siendo una puente muy grande y fuerte y muy bien reparada con muchos yerros, trabadas unas piedras con otras y el agua del río, entró dentro de Zorita, llegando el agua hasta la grada de la iglesia de Zorita.
Puente fortificado
En el “Boletín de Arqueología Medieval” de 1990, Antonio Malalana Ureña dedicó un breve estudio a Los puentes-fortaleza en el Tajo. Y dice que el de Zorita era uno de ellos, concretamente le imagina como un puente fortificado que tenía en ambas orillas unos grandes pilares o pies formando una sola pieza edificada en cada una de estas pilas-torres. Sobre la pila surgía el arranque de los arcos en ambos sentidos y la torre defensiva, y bajo ella el tajamar y el contratajamar correspondientes. Era su fábrica de un aspecto muy compacto utilizando un aparejo regular con sillares de grandes dimensiones asentados a cuchillo perfectamente trabajados y marcados con signos de cantero. Todos los elementos se engarzaban perfectamente. Y aventuraba: La forma del puente es la de un rectángulo coronado en los dos extremos largos por sendos semicírculos, con la presencia en el extremo derecho de una arista que le otorga una fisonomía algo más lineal, una vez alcanzado el espacio dedicado al arranque de la calzada se elevaría la torre defensiva, pudiendo adivinarse el punto de apertura de las puertas de tránsito y acceso a través del puente hacia la puerta de la ciudad. La forma de coronación de cada torre, puestas cada una en los extremos del puente, sería con almenas. Contamos con un puente de parecidas características en Pinos Puente en Granada, que era islámico y por ello puede decirse que la torre-puerta de Zorita y la de Pinos Puente se asemejan bastante.
El puente comunicaría la villa de Zorita con la orilla contraria del Tajo, en la que en época cristiana surgió un denso poblado alternativo, pero sin formar una defensa común a pesar de la escasa consistencia de la puerta de la ciudad. El puente constituyó una fortaleza independiente que permitió custodiar un paso fundamental en las rutas esenciales del califato e incluso proteger con más posibilidades el asentamiento urbano. Piensa Malalana que la época de su mayor esplendor debió ser cuando el reinado de los Reyes Católicos.
Puente del arzobispo de Toledo. Reconstrucción ideal de su puente.
Hace un paralelismo del perdido puente de Zorita con otros españoles de la época. Así, lo compara a los dos puentes toledanos, también sobre el Tajo, de Alcántara y de San Martín, que se levantaron en el siglo XIII en el reinado de Alfonso X el Sabio.
El arzobispo Pedro Tenorio construyó el Puente del Arzobispo siguiendo el prototipo del puente de Alcántara, algo modificado, para dar paso a la gran cantidad de ganados que desde Castilla se dirigían a los pastos de invierno. Se construyó a finales del siglo XIV, y vemos aquí una imagen retrospectiva de este puente, que nos puede servir para referenciar imaginativamente al de Zorita de los Canes.
Zorita. Pilar del puente.
De los puentes-fortaleza españoles a los que se semejaba el de Zorita, quizás los más espectaculares sean los toledanos de Alcántara y San Martín, pero también eran del estilo el puente de La Calahorra en Córdoba sobre el Guadalquivir, el Puente del Cadí en Granada, o el de Pinos Puente sobre el río Cubillas. En Cataluña, el de Besalú, y en el camino de Santiago los de Puente la Reina y Tudela, más el de Zaragoza, las torres exteriores de Salamanca sobre el Tormes y de Zamora sobre el Duero, y los de Alcalá de Henares, el de Buitrago y, como referente de todos, el puente Valentré en Cahors sobre el río Lot.