Lecturas de Patrimonio: Mensajes leídos en el Claustro de Lupiana


Toda obra de arte es un mensaje. Y cada mensaje que nos llega debemos leerlo, e interpretarlo. En el claustro procesional del monasterio de San Bartolomé de Lupiana, casa madre de la Orden Jerónima, hay un discurso que tratamos ahora de identificar.

En el monasterio de Lupiana, a tan solo una docena de kilómetros desde Guadalajara, la paz se funde con el misterio. En ese lugar que asoma sobre el valle del río Matayeguas, con la villa de Lupiana en el fondo, desde la Alcarria plana, unos vecinos de la Guadalajara del siglo XIV fundaron un eremitorio primero, luego un conjunto monasterial para uso doméstico, y finalmente, y con la solemne aprobación vaticana de Gregorio XI en 1373, una Orden que pasó a llamarse de San Jerónimo. En ese lugar nació, creció y se hizo inmensa la Orden jerónima española.

Del primer monasterio apenas quedan vestigios, pero sí, y muchos, del siguiente, que creció en los Siglos de Oro, hasta el punto de ser uno de los preferidos del monarca Felipe II. Y en los años de la primera mitad del XVI cuando gobernaba el Imperio Carlos I, se decidió darle nuevo lustre al patio central, creando lo que se dio en llamar el “Claustro de la Procesiones”, que es hoy todavía la joya del monumento.

El claustro de las procesiones del monasterio de Lupiana.El claustro de las procesiones del monasterio de Lupiana.

Como quiero interesar al lector en el mensaje que ese lugar sigue enviando a quienes en él se introducen, puedo adelantar que se construyó en 1535, cuando se le encarga a Alonso de Covarrubias, que era el arquitecto mayor del arzobispado de Toledo, quien lo traza entre 1535-36, pero solo en su costado norte, siendo estas obras supervisadas por el mismo Covarrubias, y adornada con ornamentos suyos, algunos, probablemente de su propia mano.

En este lugar, que es joya primera del Renacimiento hispano, Alonso de Covarrubias traza los arcos semicirculares de la planta baja, que pone sobre columnas cilíndricas puras y con antepecho de balaustres. En la planta primera traza arcos mixtilíneos, con antepecho calado, y en la planta tercera traza la galería arquitrabada con columnas, capiteles y zapatas de piedra, con un antepecho abalaustrado.

Las otras tres pandas del claustro se construyen entre 1601 y 1604, dirigidas por García de Alvarado, que sigue fielmente a las trazas previas de Covarrubias. De la obra de García de Alvarado podemos decir que es correcta, limpia, homogénea, con columnas levemente abultadas, pero completa de forma majestuosa del conjunto.

Significados del claustro

Ahora hago el análisis de ese espacio monumental, que tanto aconsejo visitar cualquier lunes, por la mañana, que es cuando se abre a la admiración pública. Y de forma gratuita.

Lo que se pretende con él es crear un espacio hermoso, para un fin sacro, con producción de armonía, y con mensajes filosóficos / teológicos.  El lenguaje social de la arquitectura, el que se emplea en Lupiana, es siempre utilizado como elemento de influencia y poder. Aquí lo que pretendo es –de un simple vistazo– aplicar un modelo analítico para la percepción y comprensión de este claustro.

Los grandes capiteles platerescos de Lupiana.

Y lo primero que cabe considerar estando en su centro, es que se trata de un lugar que –como todo elemento arquitectónico– se compone de masas y espacios. La masa son cuatro pandas, dos de ellas más alargadas, y dos alturas, excepto en la panda norte donde aparecen tres alturas. La estructura es de arcos de medio punto en la galería inferior; de arcos mixtilíneos en la galería superior, y de arquitrabe recto ó adintelada la tercera, con zapatas muy ricamente talladas. Todas las galerías se protegen con un antepecho, que en el caso de la inferior es de balaustres, y en la superior ofrece una calada combinación de formas de tradición gótica. Las techumbres de este claustro, originales del siglo XVI, ofrecen un artesonado de madera con viguetas finas, todo muy finamente tallado. En su pavimento quedan algunas antiguas losas sepulcrales. En el espacio central del claustro aparece una fuente, arrayanes de boj y algunas estatuas puestas por la actual propiedad, procedentes de la iglesia. En las galerías bajas de las pandas cortas aparecen seis arcos, y en las largas, al serle imposible al arquitecto constructor acoplar otro arco entero con las debidas proporciones, aparece en su centro un intercolumnio añadido, adintelado, en una solución “pseudoserlinana” muy original, que al no tener antepecho permite el paso al espacio central del patio.

El espacio de este claustro, tanto en el ámbito abierto central, como en las galerías cubiertas que lo forman, acoge funciones sacras y seglares. Sirve para el paseo de los monjes y la buena apariencia ante los visitantes.  Porque es un espacio que busca la belleza: en su estructura y proporciones, y en sus detalles singulares. Esa estructura equilibrada infunde un sentimiento claro de Armonía, que es el camino para alcanzar la Virtud.

Los medallones de la panda norte del claustro de Lupiana.

En los capiteles que sustentan los arcos, aparecen: a) seres reales, hombres, cabezas humanas, edades; b) seres imaginarios, como querubines, ángeles y grutescos; c) elementos variados como objetos, cajas, anillos, lazos, y telas. En los medallones, a su vez, encontramos personajes cristianos perfectamente identificables, aunque sin llevar rótulos, y personajes paganos. La conjunción neoplatónica muestra en las enjutas interiores del claustro norte, a San Jerónimo, San Bartolomé, San Pedro, San Pablo y la Virgen con su hijo Jesús; y en las zapatas altas de esa misma panda norte, cabezas de guerreros clásicos y vírgenes paganas. Finalmente, el componente de las representaciones se completa con símbolos en los que vemos escudos de armas y adornos vegetales.

Lectura iconológica

La visita de este claustro central del monasterio de Lupiana, nos proporciona un saber nuevo, una visión más clara del sentido del arte arquitectónico. Porque en su dimensión de equilibrios perfectos, (a veces rebuscados y forzados por contingencias previas y del terreno) no solo se busca la belleza visual, sino la armonía que de esas dimensiones y equilibrios surge. Y de la Armonía que el visitante percibe se va fácilmente a la Virtud, tanto del que vive en medio de ese equilibrio, como del que lo visita esporádicamente. Los elementos que sumados a las líneas estructurales le dan sentido, como son los capiteles y los medallones, sirven para invocar esos caminos que debe seguir el Hombre hacia Dios a través de la Virtud. Y son los santos y los héroes. Esa conjunción que toma el sentido de la filosofía neoplatónica de Marsilio Ficino, es la que hace a este lugar un ejemplo perfecto del Renacimiento Humanista, al que seguimos la pista en tantos lugares de nuestra tierra.