Letras Vivas Seguntinas
Ha sido un honor aportar un grano más de arena en la construcción de una candidatura que será un éxito porque se merece y se está trabajando bien.
Como cada verano tenemos el privilegio de pasar unos días de descanso en la ciudad que algún día será oficialmente Patrimonio de la Humanidad por su belleza, encanto, monumentalidad e historia. Muchas veces hemos escrito sobre Sigüenza, ese lugar al que llegamos en julio de 1973- siendo un bebé que no alcanzaba el año de vida-, para encontrar el frescor en la casa familiar del parque de la Alameda, adquirida poco antes por mis abuelos, Salvador e Isabel, como residencia de verano. En aquel entonces su Huertapelayo del alma se había quedado despoblado. La ciudad del Doncel nos adoptó, atrapó, enamoró y ahora tenemos dos pueblos. Aquí hemos vivido nuestra niñez, adolescencia, juventud y lo que sea esto que ahora experimentamos pasados los cincuenta. Son muchos los recuerdos, anécdotas, nostalgias, momentos que atesoramos en la memoria y en el corazón: en el colegio del Oasis, en el pinar, en restaurantes como el del Hostal Elías, con la Virgen de La Mayor y San Roque, en los balcones de la casa de Padre Sigüenza, en Barbatona, en el merendero de Alcuneza… Tiempos felices, de vacaciones, que conforman una existencia que va quemando etapas.
Y junto a estos sentimientos por los que una y mil veces consideraremos a la ciudad mitrada como uno de los mejores sitios del mundo, están las razones objetivas por las que merece la declaración de la Unesco. Letras Vivas Seguntinas son dos libros, seguro que habrá un tercero, que contienen ya más de un centenar de artículos de personas vinculadas a esta tierra, de distintos oficios o profesiones, que dan su visión de Sigüenza. El Ayuntamiento nos invitó a participar y allí hemos dejado impresa una descripción de la ciudad. Gracias por la deferencia. Ha sido un honor aportar un grano más de arena en la construcción de una candidatura que será un éxito porque se merece y se está trabajando bien.