Los bosques del Pinar del Ducado renacen de las cenizas 20 años después del incendio

21/07/2025 - 10:23 P.C.V.

Expertos y vecinos intercambiaron opiniones sobre el fuego que arrasó 13.000 hectáreas de Molina-Alto Tajo en el 2005.

El fatídico incendio forestal que hace dos décadas arrasó 11.000 hectáreas del Pinar del Ducado y otras 2.000 del Alto Tajo dejó una cicatriz imborrable en el paisaje y en la memoria colectiva. El pasado sábado, en una jornada divulgativa celebrada en la finca de Solanillos (Mazarete), organizada por la plataforma Queremos Futuro en colaboración con la Fundación Apadrina un Árbol, expertos y vecinos reflexionaron sobre la asombrosa capacidad de la naturaleza para regenerarse. Además, sobre la mesa se pusieron los desafíos pendientes para consolidar un porvenir más verde y sostenible, de las lecciones aprendidas tras el suceso y del futuro de los pueblos, su economía y su paisaje.

La cita, cuyo objetivo fue “hacer una reflexión positiva de lo sucedido desde 2005”, puso de manifiesto la transformación medioambiental y socioeconómica de la comarca, según expresó Javier Benedit Algora, miembro de Queremos Futuro.

Pedro Martínez y Javier Benedit, de Queremos Futuro.

El fuego de 2005 fue calificado como un “mega-incendio”. Así lo recoge el estudio elaborado por los científicos titulares del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC), adscrito al Centro de Investigación Forestal, Javier Madrigal Olmo, Carmen Hernando y Mercedes Guijarro Guzmán. Su trabajo, titulado El papel de la regeneración natural en la restauración tras grandes incendios forestales: el caso del pino negral (rodenal) analiza los efectos del fuego sobre esta especie, también conocida como rodeno, cuyas masas forestales quedaron gravemente afectadas. Sin embargo, de las cenizas brota un nuevo ciclo ecológico.
Gonzalo Carpintero, coordinador de la Fundación Apadrina un Árbol, destaca esta metamorfosis: “Lo que había entonces era un pinar de pino resinero; la naturaleza ha instaurado un nuevo ciclo ecológico y creado un bosque mixto”. Este nuevo ecosistema, donde la regeneración del pino convive con la de quercíneas -encinas, robles y melojos-, se percibe ahora como “más sostenible en el ámbito de riesgos de incendios y plagas”, ofreciendo un paisaje diferente y una “riqueza ecológica en toda esta zona afectada por el fuego”.

Regeneración 

Madrigal ha sido una de las voces principales en la jornada. Desde 2006, su equipo monitorea la dinámica de regeneración en la zona, cuando se termina la saca de madera quemada.
Uno de los debates iniciales tras el suceso se centra en la conveniencia de la saca de madera quemada. Las investigaciones de Madrigal aportan una conclusión clara: “El bosque se ha recuperado muy bien, tanto en las zonas donde se sacó la madera quemada como en otras donde no se sacó”. Este hallazgo sugiere que, si bien esta se realizó en la mayoría de la superficie afectada, la capacidad intrínseca de la naturaleza para recuperarse es robusta.

Javier Madrigal, científico titular dle INIA.CSIC, da una conferencia sobre la regeneración del bosque

No obstante, Madrigal lanza una advertencia crucial sobre la situación actual. “Lo que sí que es verdad es que los incendios que se producen posteriormente al de 2005 son mucho más severos y con un efecto mucho más impactante que el de Guadalajara”, advierte. Madrigal precisa que “los paisajes que tenemos ahora mismo son mucho más vulnerables”. Ante esta realidad, el científico subraya la necesidad de acción. “Hay que trabajar para que no lo sean, a medio plazo”, remarca.

Para ello, las soluciones ya existen y están respaldadas. “Lo que sí que está testado tanto técnica como científicamente es la eficacia que tienen los tratamientos mecánicos, el uso del fuego prescrito y el pastoreo tradicional, el pastoreo con ganado doméstico”, detalla Madrigal, abriendo también la puerta a nuevas prácticas. “El pastoreo tradicional tiene que ser una alternativa”, insiste, aunque reconoce que en zonas donde la actividad ganadera ha disminuido, “la alternativa de Rewilding puede ser algo interesante a investigar a medio plazo”.

Desafíos rurales

La conciencia medioambiental en la comarca ha crecido exponencialmente desde 2005. Gonzalo Carpintero nota un cambio profundo. “No cabe duda, no solamente la de la gente de la comarca, en el ámbito institucional también el incendio ha sido un cambio”, dice. Esta transformación impulsó a la Fundación Apadrina un Árbol, que surgió a raíz del siniestro para reconstruir el complejo de Solanillos y promover la restauración, e implicó un mayor compromiso en la gestión forestal y la prevención.

Pedro Martínez, de Queremos Futuro, enfatiza la dualidad de mirar hacia el porvenir sin olvidar la tragedia. “Nacemos a raíz del incendio de Riba hace 20 años, venimos de ahí eso no se puede olvidar”, declara, poniendo en valor la importancia de recordar y transmitir la experiencia a las nuevas generaciones. Sin embargo, Martínez es categórico al señalar los grandes desafíos que enfrenta el mundo rural en la provincia: “El futuro es difícil; lo que hace falta es un compromiso muy grande de las administraciones para sacar estos pueblos adelante, porque es muy complicado intentar salir adelante”. Recalca la necesidad de servicios básicos mínimos -médicos, educativos o de comunicaciones- para que la gente encuentre atractiva la vida en el campo.

La voz de Andrés Mena, vecino de Olmeda de Cobeta y leñador maderista, ofrece una perspectiva visceral y arraigada. Para él, el fuego es una herida profunda. Afirma que “me quema el alma”. Mena rememora cómo la zona, que es como “la palma de una mano” por su fácil acceso para los que conocen el monte, “es descrita de forma errónea por la prensa como orográficamente compleja”, matiza. Su experiencia de toda una vida ligada a la resina y a la zona quemada le da una autoridad moral. Lamenta la falta de mantenimiento previo. “No somos capaces de decir esto no se puede mantener así y tampoco cuesta tanto dinero”. Sin embargo, rescata un punto positivo de aquellos días aciagos. “Solo apruebo una cosa, la creación de la Unidad Militar de Emergencias (UME)”, destacando el avance en la profesionalización de la gestión de incendios.

La jornada de Queremos Futuro no solo sirve para conmemorar dos décadas desde la tragedia, sino también para proyectar una visión de porvenir. La regeneración natural en Guadalajara demuestra la resiliencia de su ecosistema, guiada y apoyada por la investigación científica y la acción colectiva.

El compromiso continuado de las administraciones, sumado a la creciente conciencia ciudadana y la aplicación de prácticas de gestión forestal innovadoras y tradicionales, es la clave para que el paisaje de Guadalajara, ahora más diverso y rico, se mantenga como un ejemplo de adaptación y vitalidad. La transformación del pinar resinero en un bosque mixto no es solo un cambio ecológico, sino un símbolo de la esperanza y la perseverancia de una comarca que se niega a olvidar su pasado, mientras construye activamente su porvenir.