
Palmadas en la espalda
Uno de los principales documentos económicos de nuestro país es el informe anual del Banco de España donde se resumen las principales magnitudes macroeconómicas de nuestras cuentas públicas. El prestigio de esta institución debe estar fuera de toda duda ya que, no deja de ser la principal fuente de datos de la gran mayoría de decisiones públicas en esta materia (junto con el INE, la Agencia Tributaria, la AIReF...). Hace un par de días salió publicado el dossier correspondiente al año 2024, el primero de la serie histórica que edita el nuevo gobernador, José Luis Escrivá, con una extensión de 103 páginas menos de lo que había realizado su predecesor, Hernández de Cos en 2023. En el último “panfleto” publicado se pasa de puntillas por muchos de los temas que realmente preocupan a los españoles y a sus finanzas a medio plazo, como es la insostenibilidad de las pensiones, los retos estructurales, el papel de las políticas económicas, el impacto de la reducción de la jornada laboral, los aranceles del comercio mundial o los desequilibrios que arrastra nuestra piel de toro desde hace eones. En pocas palabras, el exministro Escrivá le ha hecho un masaje en el lomo al Gobierno haciendo una pobre autocrítica sobre lo que pasa en España, en un momento en el cual los técnicos estamos deseando tener datos reales y recomendaciones fiables sobre lo que va a pasar para poder trasladarlo a nuestro entorno.
Habría sido un síntoma más de la degeneración institucional que sufre nuestro país en ciertos ámbitos, donde la crítica y el debate brillan por su ausencia, si el director General de Economía del Banco de España, el economista Ángel Gavilán, con un CV excelente, no hubiera dimitido diciendo exactamente lo que ha pasado. Había orden de hacer un informe “amable” con el Gobierno para cocinar las conclusiones de este departamento. Y la realidad es que ha dimitido una de sus principales cabezas por vergüenza torera con la manipulación torticera de este vademécum donde todos bebemos para hacer nuestras previsiones. Apartar o negar la realidad no la modifica; y no poner encima de la mesa el impacto de las previsiones de este (o cualquier) gobierno, enmascara la peor de las críticas que puede hacer un maestro a su estudiante: “Te lo dije”. No se preocupen, que las conclusiones de ese centenar de páginas se las resumo yo en pocas líneas para su conocimiento y sentido práctico.
El pago de pensiones e intereses de la deuda son tan solo sostenibles con la actual actividad económica y presión tributaria. Actualmente, el Estado genera el 20% del PIB y estamos en cifras de recaudación record que lo único que hacen es reducir renta disponible al ciudadano. Si en los próximos años se espera que las pensiones aumenten (hola, generación del Baby Boom) y el déficit público sigue sosteniéndose con obligaciones a futuro, o se sigue imponiendo el yugo fiscal o se siguen deteriorando servicios públicos poco a poco. No puede mantenerse algo que no se equilibra sobre su propio peso y no se puede inventar matemáticas a través de la filosofía. Si perdemos nuestra base analítica, tan solo tenemos la demagogia, y si degradamos a uno de los pilares de nuestra fiabilidad económica, tenemos la verdadera desinformación.
El Sr. Gavilán no ha sido el único que ha salido del Banco de España de manera voluntaria en los dos últimos años; al menos cinco altos cargos han dicho adiós de motu propio por querer torsionar el día a día. La hemeroteca dirá que en 2024 había 103 páginas menos de contenido, pero el futuro nos cuestionará por haber permitido omitir parte de nuestra propia reflexión. Para un economista no hay nada más triste que ver como el Banco de España hinca la rodilla al poder ejecutivo. Y en España, en este 2025, atorados y aterrados entre Oriente y Occidente, Trump y Putin, solo podremos elegir entre cañones y vaselina.