Pero usted, ¿qué creía?

10/11/2018 - 18:47 Javier Sanz

En caso de que sus cálculos fallen, el banco se quedará con su piso, más lo pagado hasta entonces, y redondeará con las propiedades del avalista.

En corto y por derecho. Martes y, naturalmente, a la caída de la tarde, cuando los cuerpos están vencidos y no piden guerra; cuando las noticias tienen un tiro más corto, que no es lo mismo pegar un pelotazo informativo a las 9 que a las 19. O sea, con vespertinidad y alevosía cantó el Tribunal Supremo, y no de cualquier manera, no, que todo está medido. 15-13 fue el resultado, también predecible pues no es lo mismo perder por 6-0 que por 2-1 -¡huy, casi empatamos!- De verdad, ¿usted creía, después de que Rajoy advirtiera en el Parlamento que el rescate, sí, el rescate, de los bancos no iba a costar un euro a los españoles –mientras los presidentes de los mismos se sujetaban el braguero con las dos manos para que no se les saliera la hernia por el ojal a golpes de carcajada- que ahora los gastos hipotecarios los va a pagar la banca y al usuario se los devolverían, conforme a lo que había dispuesto el mismo tribunal? ¿Se puede ser más pardillo? ¿En qué equipo juega usted?

Jugamos en el bando perdedor, téngalo claro en adelante y se evitará desilusiones. Usted entra de rodillas a un banco para que le presten un dinero pues necesita comprarse no un yate sino un modesto piso en el que recoger a su familia y tenerla a cubierto. Lleve, por supuesto, avalistas y una nómina suya de algún nivel, pues de lo contrario no se sentará en esta mesa de tahúres. Ahora, firme un seguro de vida, obligatorio, que es la forma más soez de decirle que su vida, su futuro, les importa un pito pues en caso de que le sobrevenga la muerte el banco no se queda colgado sino que cobra su póliza y asunto concluido, aunque se lo venderán como que deja libre de cargas a su pareja o familia.

Manda quien manda, lo que pasa es que usted es un bienpensado y así no se va a ninguna parte. En el caso de que sus cálculos fallen, el banco se quedará con su piso, más lo pagado hasta entonces, y redondeará con las propiedades del avalista. Si todo va bien, habrá pagado al final del préstamo dos pisos: uno para usted y otro para el banco. Ese es el negocio. Como no es cosa de descuidarse, la partida está montada así, con guión de película de gángsteres, y en lo sucesivo ya tendrá usted orden y cuidado de no perder la nómina con la que pagar estos dos pisos, el suyo y el del banco. Vamos, que le acaban de coger por los huevos y usted no se cantea un milímetro. La gobernanza no es tal, en cuanto que ésta “promueve un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía” (Diccionario de la RAE). Verá: el control del individuo ha pasado de lo espiritual a lo material. Si antes fue con el pecado, cometido el cual se abría un futuro envuelto en llamas, ahora lo es mediante la sumisión a la banca a través de los grilletes que te ofrece y si éstos tienen algún defecto de fábrica, los paga usted también.

Y pensar que hubo quien pensó montarse unas vacaciones, las próximas, con la devolución de los gastos de su hipoteca. Pero usted, ¿qué creía? ¿Que perdía la banca? Entonces, usted se quedó en lo de la cigüeña y París. Espabile, so membrillo.