Sierra Norte, el descubrimiento de un paisaje para despertar los cinco sentidos

20/11/2017 - 14:18 Redacción

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El Pico del Lobo-Cebollera, la  Tejera Negra, el Alto Rey, el Macizo de La Tornera-Centenera y la Sierra Gorda son los macizos de este conjunto montañoso en el que se encuentran las cumbres de mayor altitud de Castilla-La Mancha como son el Pico del Lobo (2.273 m) o el Cerrón (2.199 m). 

La Sierra Norte de Guadalajara es un producto turístico de primer orden lleno de ecosistemas, fauna y flora autóctonas y paisajes y lugares únicos, especialmente protegidos, que permiten la convivencia entre el visitante, el lugareño y el propio entorno. Esta comarca fue declarada Parque Natural el 10 de marzo de 2011 y ocupa una extensión de 117.899 hectáreas. Esta incluido en la Red Natura 2000 y forma parte del Lugar de Importancia Comunitaria y zona de Especial Protección para Aves de la Sierra de Ayllón.

    Se trata de una tierra dominada por macizos, bosques, ríos, lagunas, valles encajados, cascadas naturales sobre rocas, … rincones donde la naturaleza permanece inalterable y muestra todo su esplendor. Todo un regalo para el visitante que cual enamorado se adentra en un mundo ideal para descubrir y sentir. Alcanzar las cimas del Pico del Lobo, con 2.273 metros de altitud, y el Cerrón, con 2.199 son los retos que propone esta sierra a los más aventureros. Pero son muchos los lugares que ver y recorrer, la mayoría protegidos, como el Hayedo de Tejera Negra, en la sierra de Ayllón o el Barranco del río Dulce, en las estribaciones más occidentales del Sistema Ibérico, ambos declarados parques naturales.

    Cual vigía de la Arquitectura Negra está el pico del Ocejón, con sus 2.048 metros, o el Alto Rey. Otros regalos de la naturaleza son las chorreras de Despeñalagua, de Valverde de los Arroyos; las microrreservas de los cerros volcánicos de La Miñosa, de los saladares de la Cuenca del río Salado o de la cueva de los Murciélagos, la reserva fluvial del río Pelagallinas, la sierra de Pela y la laguna de Somolinos, o las salinas de Imón y La Olmeda de Jadraque.

    Ríos como el Jaramilla, Jarama, Lozoya, Sorbe o Bornova, y riachuelos esculpen el paisaje de esta tierra y los embalses ocupan un capítulo destacado, aunque solo sea por su número, cinco: El Vado, Beleña, Pálmaces, Alcorlo y El Atance.

    Adentrarse en cualquiera de las poblaciones es todo un descubrimiento que nos llevará a sitios recónditos y escondidos a primera instancia, como el aljibe natural de Campillo de Ranas o la llamada, Muralla China, un pista sinuosa y zigzagueante, con pendientes muy pronunciadas, no apta para todos los conductores, por la que se llega a Corralejo y El Cardoso de la Sierra, en el límite con la Comunidad de Madrid, que va desde Campillo de Ranas atravesando el pronunciado cañón que recorre el río Jaramilla. El paisaje y las vistas son espectaculares. así como el silencio que compone la escena.

    Extensos bosques de rebollo y pino silvestre, con enclaves de hayas, tejos, acebos, robles, serbales y mostajos son algunas de las especies arbóreas que podemos encontrar en estos enclaves, ahora llenos de contrastes otoñales. Brezales, piornales o jarales son las que ponen la nota de color y olor a sus paisajes en primavera.

    Las rapaces rupícolas eligen estos paisajes de montaña para poner sus nidos y formar familia. Famosas águilas perdiceras o reales y el halcón peregrino surcan su vuelo por estos lares. A pie deambulan lobos y zorros, jabalíes y corzos.

            En plena comunión con la naturaleza, aparecen entre sus valles y laderas contrucciones de piedra y pizarra de obligada conservación en pueblos como Campillejo, El Espinar, Robleluengo, Roblelacasa, Majaelrayo, Almiruete, Palancares, Valverde de los Arroyos, La Vereda, Matallana o Umbralejo. Estos últimos grandes supervivientes, fruto de un ambicioso plan de recuperación tras la despoblación, que aparecen como auténticos museos al aire libre y arquetipo de la arquitectura popular. Dirección a Ayllón aparecen La Huerce, Galve de Sorbe, Arroyo de Fraguas, Campisábalos, La Nava, Bustares o El Ordial. Hiendelaencina y sus minas de plata, merecen un paseo a parte. El frío ha llegado y nieve y hielo hacen su aporte a un paisaje espectacular que no hay dejar pasar de largo.