Sigüenza 1936

18/10/2020 - 13:33 Luis Monje Ciruelo

Recuerdos de la conquista de Sigüenza en octubre de 1936 por el que era entonces un niño.

El niño de la guerra que era yo en 1936, tiene acumuladas en su memoria cientos de imágenes de la contienda que se desarrolló durante tres años, en sus vacaciones veraniegas que se prolongaron hasta 1939, cuando Franco firmó en Burgos el último parte de guerra con el ”En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, las tropas nacionales han conquistado sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. Burgos, 1º de abril de 1.936.

          Pero entre tantas imágenes la mejor grabada en mi memoria, con carácter indeleble, fueron las de la conquista de Sigüenza el ocho de octubre de 1936. Estábamos toda la chiquillería del pueblo subidos en el castillo, como mejor lugar de observación, para contemplar el espectáculo que esperábamos. Llevábamos toda la mañana sin ver nada, y ya empezábamos a cansarnos cuando asomaron dos o tres puntos negros en el horizonte sobre Riosalido, y enseguida nos dimos cuenta de que serían los aviones que iban a bombardearla. En pocos segundos se situaron sobre Palazuelos. Eran los aviones Junkers llamados por nosotros “negros” que atronaron con sus poderosos motores el valle; instantes después soltaron las primeras bombas, e inmediatamente varias columnas de humo se elevaron sobre el cerro “ el Montecillo“ tras el que estaba Sigüenza. Nuestro guirigay cesó, impresionados, pensando en los amigos y también familiares que lo sufrían allí. Serían las doce del mediodía cuando uno de los “negros” ondeó la bandera nacional, señal convenida con el batallón de requetés, que se lanzó a todo correr cuesta abajo desde “la Quebrada” tratando de aprovechar la confusión del momento para no ser tiroteados desde la catedral donde se habían refugiado los milicianos con algunas mujeres y niños, donde resistieron unos quince días obligando al Mando nacional a recurrir a la artillería. Previendo el ataque a Sigüenza, los republicanos habían situado un tren blindado para impedir la llegada de la de ayudas por el camino de Palazuelos. Algunos vecinos de éste pueblo que iban de compras a Sigüenza se dieron cuenta del tren blindado cuando estaban cruzando la vía por debajo, viéndose obligados a permanecer en el túnel hasta la noche. Supimos después que desde el cerro Montayano disparaban cañones del “10.5”; desde el barranco Botija del “7,5”; e incluso desde la Alameda, se llegó a disparar a “cero”con cañones del 15,5”. Todavía pueden verse en torno a las aspilleras de las dos torres las señales de los balazos, pese a los ochenta y cuatro años transcurridos.