SOS por la calefacción

23/10/2020 - 13:09 Luis Monje Ciruelo

Si con estas chuflas y amenazas no logro que el presidente me encienda la calefacción, no me va a quedar mas remedio que declararme en huelga de brazos caídos. 

Todos saben que el frío es la ausencia  de calor,  pero  también es una sensación porque con la misma temperatura a veces unos sienten frío y otros calor, dependiendo por tanto de factores exógenos que no siempre influyen de  la  misma manera, por lo que podemos decir que, tanto el frío como el calor, son relativos; por ejemplo, en mi casa la terquedad ahorrativa del presidente de  la Comunidad de Vecinos, que parece baturro por su “mantenella y no enmendalla”, que diría el Don Nuño del sainete, da lugar a que en  cada  vivienda, su inquilino se proporcione el calor por su cuenta, recuperando el clásico brasero de la post guerra, o recurriendo a estufas, estufillas , o a improvisados  pasquines pegados en el ascensor  exigiendo el derecho, que él creerá constitucional, de una vivienda con calefacción. Pero el caso es que esto de andar todo el día congelados, no tiene nada de bueno y más ahora que empiezan las lluvias, con lo que a la humedad se le añade el frío siberiano-alcarreño que es algo que penetra hasta los huesos.

Van ya  por el tercer aviso conminatorio, y no sabemos si el enfrentamiento terminará en el Tribunal  Constitucional, o en la Fuente de la Niña por la vía del honor. Escenario éste que parece pintiparado para un desafío, que sería a primera sangre  y no sé si con espada, daga o florete. Desde luego, al inquilino no le faltarían voluntarios para testigos o padrinos.  La Fuente de la Niña parece pensada para estos desafíos por su aislamiento y soledad. El hospital está a un paso, es discreto el lugar y funciona muy bien el 112 y en estas fechas otoñales no hay mejor sudario que las hojas. Entre su color gualda y el rojo de la sangre se diría que muere uno envuelto en la bandera de España lo cual le daría al duelo su toque patriótico para unos y subversivo para otros.

Si con estas chuflas y amenazas no logro que el presidente me encienda la calefacción, no me va a quedar mas remedio que declararme en huelga de brazos caídos y dejar a dos velas a Nueva Alcarria. A ver si así mis lectores se sublevan ante la carencia de Brújulas y, armados de teas y estacas, toman La Bastilla de mi edificio y le prenden fuego. Que a esta edad prefiere uno morir chamuscado y calentito, que tieso de frío como pairón molinés.