Todo es relativo

05/08/2018 - 10:58 Luis Monje Ciruelo

Hace cincuenta años en estas páginas predominaban los anuncios de campo: hoy, nos abruman los de servicios e industrias. 

Recorrí hace un par de semanas  tierras briocenses entre el Henares, el Tajuña y el Tajo, y al ver las primeras cebadas segadas, con los fajos ordenadamente colocados en el rastrojo, como segados a máquina, no pude evitar la evocación de aquellas tremendas jornadas de mis años niños, de siega a mano, con hoz y zoqueta, en mi Palazuelos familiar, desde antes del orto hasta después del ocaso, en que no había más mundo en los pueblos que el de la paja y el grano: el de las angueras para el acarreo de la primera y los sacos para el segundo. Casi me atrevería a escribir que el campo no existe ahora para la ciudad, lo que quizá sea mucho decir en una provincia eminentemente rural como la nuestra. Pero las pruebas son evidentes, como se refleja en la publicidad. Hace cincuenta años en estas páginas predominaban los anuncios del campo: hoy, nos abruman los de servicios e industria,muchos más pidiendo trabajo que ofreciéndolo, por desgracia. ¿Es que ya no se compran y venden tierras o ganados, ni se necesitan peones ni agosteros? Precisamente porque ya eran raros estos anuncios, en 1980 me inspiró una Brújula de humor un anuncio que pedía un pastor para cabras en El Ordial, artículo recogido en mi libro Guadalajara desde el Ayer, agotado desde hace años, en el que después de aludir a la mucha literatura engastada por los poetas al oficio de pastor, desde la Biblia y Virgilio, a Gabriel y Galán, pasando por San Juan de la Cruz, dudaba entre seguir de periodista y funcionario o marcharme a la  Sierra a guardar una punta de cabras, a hacer quesos, comer calostros, coger conejos con lazo o con  hurón, pescar truchas con trasmallo y echarle pan al vuelo al perro que me miraría  atento mientras yo comía pan  y chorizo con navaja sentado en una piedra ante el hatajo. “Tal vez no me decida”, -decía- a irme a las majadas de pastor de cabras. Pero, por si acaso, he recortado el anuncio y lo llevo doblado en la cartera “Se precisa pastor de cabras para El Ordial. Sueldo a convenir. Tlfno. 22 4101. Señor Roche” . Y terminaba el artículo diciendo:”Cuando el jefe gruñe y la tensión me agobia, releo el anuncio y sueño con un horizonte de montes y libertades entre cabras.  Porque seguramente allí hay menos cabritos que en la ciudad”.