Ucrania y Guadalajara
Junto a este medio millar de vecinos de la provincia, otros muchos guadalajareños, de distintas nacionalidades, están pendientes del destino de amigos y familiares que tienen en la zona invadida.
A pesar de los casi cuatro mil kilómetros que separan nuestra provincia del doliente país de Ucrania sufrimos la guerra con preocupación, temor, incertidumbre, rabia y dolor. Un total de 553 personas de nacionalidad ucraniana, lo que representa un 0,21% de nuestra población, viven aquí el momento de horror y destrucción que padece su pueblo y contemplan con estupor las informaciones de los combates, del éxodo de sus paisanos. Escenas, partes de guerra que parecen sacados de noticieros de otros tiempos y que sin embargo son plena actualidad en el siglo XXI en un mundo que todavía no se ha recuperado de una pandemia que ha causado muerte y penuria. Junto a este medio millar de vecinos de la provincia, otros muchos guadalajareños, de distintas nacionalidades, están pendientes del destino de amigos y familiares que tienen en la zona invadida. Fracaso de la diplomacia o simplemente inevitable delirio del Hitler o Stalin del siglo XXI, imperialista aspirante a zar. llar de vecinos de la provincia,
Son días para la condena a la guerra, para apelar a la paz como el más sagrado de los bienes, instar a los políticos a encontrar vías de solución que detengan el ataque y ejercer solidaridad con las víctimas, esas personas que carecen de alimentos, ropa, medicamentos o precisan acogida. En nuestra capital, en la calle Hospital, se están recogiendo bienes que se intentarán hacer llegar a la zona, numerosas organizaciones humanitarias y de protección a los derechos de la infancia han emprendido campañas e iniciativas, ayuntamientos ofrecen espacios para los huidos en busca de supervivencia... La gente, como siempre, ha puesto en marcha mecanismos de respuesta, de reacción, para paliar en lo posible la crisis humanitaria. En las redes sociales y en los medios de comunicación se dan a conocer distintas formas de ayudar porque no podemos permanecer pasivos. Una vez más, por otra parte, tenemos la oportunidad de mostrar nuestro orgullo por el trabajo de los GEO, vecinos de nuestra ciudad, que protegen la embajada española de aquel país y ayudan a los españoles en su evacuación. Hoy todos somos Ucrania y deseamos la paz.