Un comercio de hostelería que dejó huella en Guadalajara: El bar Soria
En 1941, el empresario arriacense Jesús Sanz García reformaba el local de la calle Miguel Fluiters número 24 y abría al público el bar Soria. Anteriormente en este antiguo local había permanecido durante algunos años la tasca de Casa Daniel, siendo la especialidad del establecimiento el vino de Mondéjar.
El nuevo Bar Soria se establecía en una pequeña placita en la que se encontraban el Hotel Palace,llamado posteriormente España, el bar Bilbao y por último el bar Río, que sigue abierto en la actualidad. A la plaza se la conocía, y se la conoce popularmente, como la plaza de Santa Clara, ya que antiguamente estuvo el convento de las Monjas Clarisas.
En donde estuvo antiguamente el bar Soria, la calle se denominaba como Mayor Baja, posteriormente como plaza de San Andrés y a partir de 1927 se la denominó Miguel Fluiters que es como se llama en la actualidad.
Uno de los días con mayor ajetreo del bar Bilbao era sin lugar a dudas el llamado espontáneo martes de mercado. En los alrededores de la plaza de Santa Clara se reunían agricultores y ganaderos de la capital y provincia que realizaban las compraventas de sus productos en las aceras y calzadas de la plaza. La barra del bar Soria fue testigo de los numerosos apretones de manos que significaban las compras y ventas de todo tipo de terrenos rústicos y piezas de ganados, celebrándose con un brindis de vino o cerveza.
Otra de las peculiaridades del bar Soria era la planta superior, a la cual se accedía por el portal situado junto al establecimiento. En su amplio salón se servían por las mañanas los típicos y sabrosos almuerzos con huevos, chorizo y patatas fritas; por la tarde la amplia sala servía para la celebración de todo tipo de juegos de naipes de baraja española.
Una tarde a la semana, la sala de la primera planta se reservaba para la tertulia cultural: “Vino y Pan”. En dicha tertulia intervenían personas de la cultura de Guadalajara como José de Juan, Luis Monje Ciruelo, Jesús García Perdices, Carmen Ibarra, un jovencísimo José Antonio Suárez de Puga y Salvador Embid Villaverde, durante muchos años director de Nueva Alcarria. En este conocido encuentro cultural se repasaban las noticias aparecidas en los semanarios de prensa local, la actividad política de la ciudad y provincia e igualmente se programaban actividades culturales de la asociación Vino y Pan.
La finalización de la actividad de los martes de mercado en la plaza de Santa Clara y el progresivo deterioro del edificio hizo que a finales de la última década del siglo XX, las puertas del bar Soria cerrasen de manera definitiva. Pasada la época estival de 2003 comenzaron las obras de derribo del histórico edificio que acogió al bar Soria. Curiosamente el 30 de noviembre, festividad de San Andrés, tras el derribo del muro trasero del edificio, aparecieron restos arqueológicos de la antigua iglesia mudéjar de San Andrés. Ante ello la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, a instancias del arqueólogo Ildefonso Ramírez, paralizó la continuidad de las obras. En la actualidad una tapia protege el solar en donde, en su interior, se encuentran los arcos del antiguo templo eclesiástico.
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