
Un pueblo de 120 corazones y 3.000 miradas revive el Calvario más sentido
Hiendelaencina volvió a convertirse este Viernes Santo en el centro de atención de la Semana Santa en la Sierra Norte. Desde las 12:15 del mediodía, el municipio serrano acogió una nueva edición de su Pasión Viviente, la más veterana de la comarca, que este año volvió a reunir a más de 3.000 personas llegadas desde toda la provincia y más allá.
La representación, nacida en 1972 por impulso del sacerdote don Bienvenido Larriba y el maestro Abelardo Gismera, volvió a desplegar todo su simbolismo y fuerza emocional por las calles del pueblo. Casi doscientas personas participaron en ella, entre actores y responsables de organización. Todos vecinos del pueblo, incluidos aquellos que volvieron expresamente para la ocasión.
“Como vecino y alcalde, lo vivo cada año como si fuera la primera vez”, afirmaba Mariano Escribano. Su emoción fue compartida por todo el equipo humano que hizo posible esta representación. “En un pueblo que somos apenas 120 vecinos, es increíble cómo los autóctonos y aquellos que un día lo dejaron regresan para formar parte de esto”, destacó.
La obra comenzó en la Plaza Mayor, donde se escenificaron la entrada de Jesús en Jerusalén, la Última Cena y el rezo en el Huerto de los Olivos. Allí se vivieron momentos de especial tensión, como la traición de Judas o la detención de Jesús por parte de los soldados.
La escena continuó con los juicios ante Caifás y Pilatos. Los textos, adaptados de los Evangelios, se recitaron en directo con un lenguaje cercano y respetuoso, que logró conectar con el público. Tras la condena, el recorrido prosiguió por las calles del pueblo, con el Vía Crucis y las caídas de Jesús bajo el peso de la cruz.
El clímax llegó a las afueras, en el cerro de las eras, donde se escenificó la crucifixión con el Alto Rey de fondo. “Lo que más impacta es ese momento del Calvario, con la madre llorando ante la cruz”, relató Escribano. Fue un desenlace sobrecogedor, reforzado por la ambientación musical y el silencio de los asistentes.
El vestuario, los decorados y toda la infraestructura fueron obra de los propios vecinos, que durante los días previos intensificaron ensayos y preparativos. El trabajo fue desinteresado, pero constante. A pesar del frío, el evento se desarrolló con normalidad y sin incidencias.
“También es un momento de alegría. Nos abrazamos, ensayamos, nos organizamos… y lo sacamos adelante”, explicó el alcalde, visiblemente satisfecho con el resultado. “Esto no se puede explicar con palabras. Lo llevamos dentro”.
La cita, declarada Fiesta de Interés Turístico Regional en 2001, no se ha interrumpido desde su inicio, salvo durante la pandemia. En cada edición, vecinos de todas las edades se implican, desde los más pequeños hasta los mayores. Algunos de los participantes llevan más de cuatro décadas vinculados a la Pasión.
Con el eco todavía reciente de los diálogos, el pueblo vuelve ahora a la calma. Pero la emoción permanece. Hiendelaencina volvió a vivir su Pasión. Y lo hizo con la misma entrega, fe y autenticidad de siempre.