Una visita a Mohernando, en la Campiña
Al borde de una meseta que la Campiña del Henares tiene en su margen derecha, asomada a un breve vallecillo que baja agua desde la Puebla de Beleña, asienta Mohernando en un punto que, en la geopolítica de la Edad Media, tuvo cierta importancia estratégica, dominando un camino natural desde el Henares hacia las Serranías de Ocejón y Ayllón.
Mohernando sigue siendo un pueblo pequeño y amable, aunque dado el desarrollo urbanístico de este sector de la Campiña, se prevé un cierto crecimiento en los años próximos. En el censo de 2021 cuenta con 175 habitantes.
De su nombre, que viene a ser definidor de un monte Hernando, se concluye importancia vigilante. Así, ya desde el siglo XII, la Orden militar de Santiago obtuvo este lugar para su cuido y dominio, creando incluso una encomienda que abarcaba los lugares de Robledillo, Razbona, Humanes, Peñahora y Cerezo. En Mohernando estaba la casa y cabeza de la institución, y la residencia del comendador santiaguista.
En 1350 el arzobispo toledano don Gil Carrillo de Albornoz usurpó este lugar, donándoselo a su hermano Alvar García, pero el rey Pedro I le ordenó restituirlo a la Orden de Santiago, como así lo hizo. En su poder continuó hasta 1564, en que Felipe II obtuvo de la Santa Sede permiso para enajenar gran cantidad de propiedades de las ordenes militares, entre ellas la encomienda santiaguista de Mohernando. Pero ese mismo año, el rey se la vendió, junto con los lugares de su jurisdicción arriba señalados, así como la casa fortaleza de Mohernando, y el importante puesto de portazgo que allí se cobraba, a don Francisco de Eraso, su secretario y miembro del Consejo de Castilla. El precio que pagó por todo ello fue superior a los cuarenta y siete millones de maravedís.
El Ayuntamiento de Mohernando.
Este primer señor, que gozaba de gran favor en la corte real, pues primeramente había sido secretario del Emperador Carlos, quien se lo recomendó muy particularmente a su hijo, y este le mantuvo siempre, fue casado con doña Mariana de Peralta. En 1567, fundó un mayorazgo con todos sus dominios, y estos fueron pasados a sus herederos directos. Murió en 1570 y fue enterrado junto a su esposa en la iglesia de Mohernando, en un enterramiento tallado por Juan Bautista Monegro en el que aparecen el matrimonio, arrodillados y orantes, protegidos por San Francisco de Asís. Esta joya escultórica, desmontado el conjunto arquitectónico del enterramiento, se puede admirar hoy en el Museo Diocesano de Arte Antiguo de Sigüenza.
La importancia que desde ese siglo fue adquiriendo el lugar de Humanes frente a la villa de Mohernando, hizo que cuando en 1625 el rey Felipe IV elevara a la nobleza a esta familia, creara el título de conde de Humanes para el heredero del fundador del mayorazgo y señorío, como él también llamado Francisco de Eraso. En esa familia se mantuvo Mohernando, ocupando a temporadas el palacio y bosque de caza existente en su término, hasta este mismo siglo.
Guarda este pueblo de interesante, una ancha Plaza Mayor, en cuyo centro luce el rollo o picota que simbolizó, durante muchos siglos, su calidad de villa y cabeza de encomienda. Un edificio popular, muy moderno, aunque rescatando del antiguo la compleja maquinaria del reloj municipal, alberga el Ayuntamiento. Tras él puede verse el gran caserón o palacio de los condes de Humanes, construido en el mismo solar en que estuvo el que había mandado levantar doña Mariana de Peralta, Es edificio sencillo, del siglo XIX en sus finales, que mantiene sobre su portón de entrada el escudo heráldico de los nobles titulares. En la misma plaza aparece la mole, reconstruida finalmente tras largos años de ruina, de la iglesia parroquial, dedicada a la Virgen de la Luz Bella, obra del siglo XVI, construida a instancias de su señor, que colocó su enterramiento a un lado del altar mayor. Es de mampuesto de ladrillo y canto rodado, y destaca en ella una serie de escudos, bien tallados, del siglo XVI, sobre los muros y contrafuertes de la cabecera, con los emblemas heráldicos de los Eraso y Peralta. El edificio no llegó a terminarse nunca según las trazas primitivas dadas por el señor, quien solo vio alzarse la monumental cabecera. El resto de la nave única y la torre a los pies están hechos con elementos más simples y con unas dimensiones notoriamente más reducidas.
La iglesia de Mohernando y la capilla donde se alberga el enterramiento de Eraso.
En el presbiterio del antiguo templo, hoy separado de la nave por un muro completo, y en el seno de ese espacio vacío, sobre las gradas del primitivo altar, en el lado del evangelio, vemos por fin restaurado el grupo escultórico de los señores de Humanes y Mohernando. Que mucho tiempo estuvo desmontado, y luego exhibido en el Museo Diocesano de Arte Antiguo de Sigüenza, siendo finalmente instalado en su lugar de origen, la iglesia de Mohernando. De este conjunto escultórico, obra de Juan Bautista Monegro, realizado entre 1570-1580, ya he hecho en una ocasión anterior una descripción pormenorizada, que ahora ahorro al lector (Ver “Nueva Alcarria” de 4 junio 2021).
En término de Mohernando, y con apeadero propio en la línea del ferrocarril Madrid-Barcelona, se encuentra el lugar de Maluque, formado en el valle del Henares a partir de dos grandes fincas de monte bajo, destinadas a caza y agricultura, denominadas “Monte Alaja” y “El Encinar”. El marqués de Mochales, don Miguel López de Carrizosa y Giles, levantó en este lugar un bonito palacete neomudéjar, y tras su muerte, la viuda del marqués, doña Dolores Elduayen, marquesa de Mos, se lo cedió a los Salesianos, que en 1929 crearon en este lugar un Colegio Seminario, titulado de “Nuestra Señora de los Dolores y San Miguel”, en el que aún permanecen dedicados a la ecuación de la juventud.
Entre las fiestas queridas por los de Mohernando está sin duda, y como principal, la de su patrona la Virgen de la Luz Bella, el día 1 de mayo y siguientes, incluida la del día 3 dedicada a la Santa Cruz. Comenzaba la fiesta la tarde de San Felipe, el 30 de abril, cuando los mozos cortaban el “mayo”, un árbol o chopo de unos 5-6 metros de altura, trayéndolo al pueblo y plantándolo en la plaza Mayor, una vez limpio de ramas y con el tronco embadurnado de sebo. En la parte superior de este “mayo” se colgaban chorizos, o un jamón, que se lo llevaría el mozo que fuera capaz de trepar por el seboso poste hasta su cúspide y recogerlo. Durante el mes de mayo quedaba el árbol puesto.
Mausoleo de Eraso en la iglesia de Mohernando.
Otro de los componentes de esta fiesta, que es conocida como “de los mayos” en otros lugares de la Campiña y la Alcarria, era el de la ronda que hacían todos los mozos, con laudes y bandurrias, cantando coplas antes las ventanas y balcones de sus mozas elegidas, dejando prendida en la reja una rama del chopo. Las chicas elegidas debían salir a bailar con el mozo que la cortejaba, terminando así muchas veces la fiesta en noviazgo y luego boda.
El día 1 se hacía la fiesta de la Virgen, con ceremonia, misa, procesión y bendición de campos, más la subasta de andas para entrarla al templo.
También se celebra a San Sebastián, el 20 de enero, con misa y música, bendición de campos y reparto de la caridad consistente en panecillos, y antiguamente en pan y vino, más bacalao y queso, a lo que se añade la salida por la villa y participación en todos los actos de la botarga y el bufón de palacio, dos personajes carnavalescos ataviados con trajes multicolores, máscaras y cencerros que no dejan un minuto de bailar, provocar y pedir. La botarga lleva el traje plagado de campanillas, y el bufón porta vestimenta arlequinada y se cubre la cara con máscara y la cabeza con cogulla rematada en dos cuernos enormes de los que cuelgan cascabeles, añadiendo una correa cruzada de la que pende un cuerno de toro, como símbolo de potencia sexual y fuerza de la naturaleza.