Víctor Hernández y Álvaro Sánchez abren la puerta grande de Las Cruces
El primero, de los Santos de la Humosa, pero hecho torero en la Escuela Taurina de Guadalajara cortó tres orejas, mientras que Sánchez, de Cabanillas, cortó dos, por haber fallado a espadas en ambos.
Dos novilleros, uno de Cabanillas del Campo, Álvaro Sánchez, y el otro de Los Santos de la Humosa, pero hechos ambos en la Escuela Taurina de Guadalajara, Víctor Hernández, salieron ayer por la puerta grande de Las Cruces de Sigüenza, después de haber debutado con picadores ante cuatro novillos, utreros, de la ganadería de El Cotillo (Jaén). Cortaron tres y dos orejas, respectivamente, concedidas por la presidenta del festejo, la teniente alcalde del Ayuntamiento de Sigüenza, Eva Plaza. La entrada rozaba los tres cuartos del aforo.
Víctor Hernández le cortó las dos orejas a su primero en suerte. El chaval le había dedicado la lidia al presidente de la Escuela Taurina de Guadalajara, José Antonio Cid. “Toda dedicatoria es poca, teniendo en cuenta lo que hemos aprendido de él”, decía el espada. El novillo tuvo nobleza. Hernández empezó bien con el capote, y estuvo muy centrado con la muleta. Se sintió suelto desde el primer momento. Toreó con clase, ante un público entregado, destacando varios naturales extraordinarios por el pitón izquierdo. “Aun siendo una tarde especial, no me ha pesado nada”, decía. El chaval toreó como es, como intenta buscar. “Ahora toca seguir desarrollando mi tauromaquia”, seguía, ya pensando en el segundo.
Su segunda faena fue de menos a más, Hernández se fue confiando con el toro, hasta llevárselo por completo a su terreno, como si llevara toreadas ya veinte novilladas. Fue una lástima que la calidad del novillo fuera reñida con sus fuerzas. “Me queda el sabor amargo de la espada, porque sé que le podía haber cortado las dos orejas”, decía con ambición, después de haber pinchado por dos veces antes de matar con una gran estocada. Después de salir por la puerta grande, a hombros, Hernández espera que lleguen de verdad esas veinte novilladas que parece que tiene encima, “para dejar mi nombre en la feria”. El joven le dedicó su actuación a una familia que le ha vestido de luces a la que “la estoy eternamente agradecido”.
Por su parte, el cabanillero Álvaro Sánchez estuvo bien con su primero, un novillo con mucha calidad, y cierta bondad, pero que se acabó muy pronto. El torero le exigió por abajo, y el animal se paró.Sánchez no estuvo fino con la espada, y por ahí se le fue la segunda oreja que se había ganado en la lidia. El chaval le dedicó la faena a su madre, y en general a su familia. “Acabo de salir de un percance que me ocurrió a un mes del debut. Ha sido mi familia quien me ha hecho fuerte para superar los momentos duros, y he querido agradecérselo precisamente en este día”, decía Sánchez. Sobre el novillo, opinó que “ha sido bueno, pero de una lidia exigente, porque se ha quedado parado”.
A su segundo de la tarde, más alto, Álvaro Sánchez, hizo una faena importante. Fue el novillo que más transmitió, y el que tuvo más temperamento. Además, el chaval se soltó los nervios y se vació después de poner tres magníficos pares de banderillas. Alvaro salió satisfecho de Las Cruces, pero lamentando sus fallos a la hora de entrar a matar: “Ahora toca esperar que lleguen más oportunidades. El camino es largo”. El cabanillero calificó su segunda faena de “compacta” a un novillo complicado y con más volumen, con más exigencia. “Lo he disfrutado, y creo que el público también”, terminaba.
En conjunto la novillada estuvo entretenida. Con cinco de las ocho orejas de las reses de El Cotillo en manos de los espadas. El ganadero, Juan Collado Pérez, presente en Las Cruces, afirmó que “la novillada ha tenido clase, nobleza y ritmo. Para los chavales ha sido ideal. Ha sido fuerte. Era bonita por delante, a pesar de que tenemos un pisco con mucha arena y que al toro le ha costado caminar. Estoy contento en general”.