Viejos libros de Molina


Este fin de semana se celebra en la  Biblioteca del palacio de Dávalos el “Mercadillo Solidario de Libros”. Desde hace ya bastantes años, la Asociación de Amigos, y la Biblioteca ofrece este mercadillo, al que muchos ciudadanos esperan con atención, para hacerse con lectura barata y emocionante. 

Viejos libros de antaño, donde nos encontramos de nuevo, y descubrimos nuestro ser actual. Confieso que me gusta ir por los mercadillos que tienen puestos dedicados a los libros. Cada vez son más raros, pero siempre que los hay de ellos emana un aire de misterio y promesa que no quiero perderme.  El hallazgo y disfrute de libros viejos sigue despertando un interés profundo en nuestra época, a pesar del predominio de lo digital. Más allá de su valor material, estos volúmenes antiguos nos conectan con el pensamiento, las emociones y la vida de quienes nos precedieron. Son testigos de su tiempo, cargados de historia en cada página desgastada, en cada anotación marginal hecha por manos de otro siglo.

Las obras impresas en tiempos remotos, los manuscritos y las crónicas de lugares con tanta riqueza histórica como el Señorío de Molina de Aragón en Guadalajara tienen un atractivo especial. No solo revelan datos sobre sus personajes, batallas, linajes y costumbres, sino que también nos permiten reconstruir una identidad común, entendiendo cómo se forjó la cultura de una región. En ellos encontramos la memoria de una tierra que, a través de la palabra escrita, se resiste al olvido.

El manuscrito original de la historia de Molina de Sánchez Portacarrero.

Tengo por uno de los libros capitales del Señorío a la historia que construyó, en el siglo XVII, el humanista y soldado don Diego Sánchez de Portocarrero. Él escribió, con gran esfuerzo y dedicación a lo largo de muchos años, la “Historia del Señorío de Molina”, tras muchas consultas en archivos y bibliotecas, y lo hizo en su casa de residencia en Hinojosa, y en Molina de Aragón. Durante la primera mitad del siglo XVII reunió materiales con los que finalmente compuso su obra. En el manuscrito que finalmente elaboró, de su puño y letra, fue corrigiendo con frecuencia, añadiendo datos, quitando otros… De una inicial redacción, fue añadiendo noticias complementarias, escritas en letra más pequeña en los márgenes, o tachando palabras y párrafos en otras páginas. Quienes hemos tenido este libro en las manos, podemos comprobar que es un libro vivo, construido día a día.

Aunque sus últimos años de vida los pasó don Diego en Almagro, donde murió y fue enterrado, es posible que quedara en Molina este manuscrito, y que, algunos años después de su muerte, se hiciera con él don Gregorio López de la Torre y Malo, abogado de los Reales Consejos, e historiador, a su vez, durante el siglo XVIII, del Señorío de Molina. 

Viejos libros que nos esperan.

Este caballero lo guardó en su casa mayorazgo de Concha, donde tras su muerte permaneció otros dos siglos, guardado en un arcón, aunque siempre visitado, consultado y anotado por diversos y sucesivos miembros de su familia, que fueron señalando su paso y huella por los espacios blancos que el autor había dejado en redacción inicial. Yo tuve la suerte, un día de finales del siglo XX, de encontrarme con él, y recibir el encargo de su cuidado y análisis, terminando por entregarlo a la Cosa Pública, que vino a ser el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, quien lo remitió para su restauración y cuidado (y uso público) a la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Comunidades.

El otro gran libro sobre Molina es la Chorográfica descripción del muy noble, leal, fidelísimo y valerosísimo Señorío de Molina que escribiera mediado el siglo XVIII don Gregorio López de la Torre y Malo, abogado de los Reales Consejos, y que en su casona (la del Mayorazgo aún llaman) de Concha, junto al Camino Real de Aragón fraguó y dejó terminada, dándola a imprenta y saliendo, primero, unos ejemplares de una imprenta madrileña en 1746, y finalmente otra edición, completa, anotada y con una introducción mía, en Aache en 2011. Esta descripción del Señorío recoge la realidad de ese territorio en la época de la Ilustración. También impresas son sus breves pero interesantes obras «Carta histórica a Doña Librada Martínez Malo, priora del Monasterio de Buenafuente» y el «Indice del archivo de la muy noble y muy leal villa de Molina». Se perdieron sus manuscritos sobre la diócesis de Sigüenza, con un mapa que de ella trazó; los mapas de los términos de Concha, Mazarete, Anchuela del Campo y Chilluentes; y el «Libro de árboles genealógicos de familias del Señorío», que debía encerrar abundantes y sabrosas noticias.

Y hablando de antiguos libros molineses, no puedo olvidar el que escribió Francisco Díaz, capitular del Cabildo Eclesiástico de Molina, quien en 1474 dejó manuscritas unas copias del Fuero de Molina, añadiendo unas notas históricas suyas; más el licenciado don Francisco Núñez, que fue vicario del arciprestazgo de Molina y abad de su Cabildo de Clérigos. Este escribió la primera historia del Señorío, que él tituló Archivo de las cosas notables de esta leal villa de Molina, y la redactó entre 1590‑1606, habiéndose conservado el original, hasta su desaparición total, tras haber sido allí maltratado, en la Biblioteca de la Colegial de Jerez de la Frontera, habiéndose visto por Molina, a principios del pasado siglo, una copia que de dicha obra hizo Reynoso, en 1800, de la que poseo copia, y sabiendo que existe otra de limpia letra y pulcro aspecto, en el Archivo del Cabildo de Clérigos de la ciudad de Molina, que en 2009 ha sido utilizada por José Luis Sánchez Carrasco para ponerla en letra impresa y libro encuadernado, si bien cambiándole el título por este otro: «Archivo de las cosas notables del Ilustre y Leal Señorío de Molina de Aragón», según aparece en la portada del libro, aduciendo haberla puesto en castellano actual y escrito algunos breves añadidos y comentarios.

Perdido se considera lo escrito por el licenciado Don Juan de Ribas, que fue regidor de la villa, quien redactó en 1612 un «Epítome de las cosas notables de Molina» que constaba de 29 capítulos y no llegó a concluir. Hoy está absolutamente perdida. 

Del licenciado Don Diego de Elgueta, que fue también abad del Cabildo Eclesiástico molinés, es la obra titulada «Relación de las cosas memorables de Molina», que dejó manuscrita en 1663 y cuyo paradero hoy también se ignora. A estos manuscritos de Elgueta le hizo aumentos y adiciones, en 1730, el capitular Don Francisco Martínez de la Concha.

Y aunque no viejos, pero sí monumentales y ejemplares, son los libros que el profesor Teodoro Alonso Concha nos ha dejado, especialmente destacando sus dos obras, La Arquitectura Popular en Tierra Molina y Historia de Tartanedo. Un lugar en el mundo, que son modelos de historia local y análisis del patrimonio.

Hoy, la fascinación por estos textos antiguos no solo vive en eruditos e historiadores, sino en cualquier lector que siente el llamado del pasado, que busca en ellos una perspectiva distinta del mundo o el placer de descubrir relatos que aún laten con fuerza en la modernidad. En cada libro viejo hay una invitación a un viaje en el tiempo, una puerta abierta a la aventura de conocer lo que fue y, en cierto modo, sigue siendo.