Y nos molieron a palos


En este caluroso ferragosto anticipado de junio, no necesitamos que los sarraceños nos muelan los lomos, que de eso se encarga el Gobierno, que tenemos que echar el cuerpo a tierra, que viene el gobierno progresista de la hucha gorda y rota.

Los dichos populares, en romance o en refrán, esconden perlas de sabiduría acuñada a lo largo del tiempo por la experiencia y, por qué no decirlo, la malicia de generaciones, que aprendieron a reírse de los demás empezando por reírse de sí mismos. Una de esas muestras de ironía que encubre verdades como puños y que se presenta en forma de redondilla se encuentra entre mis favoritas: “Vinieron los sarracenos/ y nos molieron a palos/ porque Dios va con los malos/ cuando son más que los buenos”.

A los españoles los malos se nos deben dar como hongos, que parece que el gobierno los cría y ellos se juntan para molernos a palos, a base de los tarifazos de luz y gasolinazos, que a perro flaco todo son pulgas y Dios los cría y ellos se juntan, como el pan y las ganas de comer, Sánchez y Yolanda, Argelia y Marruecos, Putin y el petróleo de sangre… Y como una cosa es predicar y otra es dar trigo, aquí, hacerse, no se hace nada a derechas, pero nos distraemos con el vuelo de una mosca y, como el tonto, miramos al dedo que señala la luna lunera, cascabelera. Menos mal que esto es malo para todos, o casi, que mal de muchos, consuelo de tontos, y aquí no nos cabe un tonto más, pero unos más que otros, que mientras me entretengo en dimes y diretes y donde digo, digo, digo Diego, resulta que primero le cambian el nombre y luego le birlan el gas, que los italianos son finos y, como los franceses, pierden todas las guerras y ganan todas las paces, y los contratos y los gaseoductos.

Nosotros, de momento, nos conformamos con la palabrería, aunque ya se van acabando los argumentos: cuando no era la eutanasia son los trans, que cualquier polémica es buena con independencia de la maldad que encubra; y si no, sacamos a Franco de paseo, lo que sea para calentar el patio, aunque estemos a más de cuarenta grados y amenazando con desheredar al que enchufe el ventilador.

Así que en este caluroso ferragosto anticipado de junio, no necesitamos que los sarracenos nos muelan los lomos, que de eso se encarga el gobierno, que tenemos que echar el cuerpo a tierra, que viene el gobierno progresista de la hucha gorda y rota y estamos en tiempos de IRPF y de impuestos indirectos, esos que pagan igual los pobres y los ricos, pero que no nos igualan a todos, como la muerte, porque para algunos es más dolorosa que para otros, porque cuesta más el esfuerzo del entierro.

Y aunque hoy no alcanzo a ver la luz del refrán que dice que no hay mal que por bien no venga, y espero el de que no hay mal que cien años dure (y mejor si no pasa ni uno), rezo para que los palos de ciego, y el prueba y error de nuestro gobierno con nuestros dineros y nuestro bienestar, dejen de molernos sin tardanza, no vaya a ser que Pedro se enmascare de Antonio y se enrole con los sarracenos, que este se apunta a un bombardeo y encima, pone la carne de cañón, que somos nosotros. Porque, a Dios rogando y con el mazo, dando.