Antonio Méndez, director de ‘Que nadie duerma’: “Esta película tiene mucho de ópera, no hay miedo al canto”
El director abraza en ‘Que nadie duerma’ la ficción en su estado más onírico
Antonio Méndez Esparza estrena Que nadie duerma el viernes 17. Esta película es una adaptación de la novela homónima de Juan José Millás. La historia sigue la vida de Lucía, una informática a la que despiden de su empresa y decide convertirse en taxista.
¿Está de acuerdo con las comparaciones que se hacen entre esta película y Taxi Driver?
Creo que son palabras mayores. Escribiendo el guión sí que hablábamos a veces de ella, pero esas películas tan icónicas a veces dan hasta terror, así que intentaba no mirarla. Aunque sí que para mi ha sido un referente el cine de los 70, en el sentido de un cine que abrazará una realidad muy táctil de alguna manera.
¿Se podría decir que es su primera obra de ficción pura?
Yo siempre he sentido que abrazo la ficción, incluso cuando me describen como “el documentalista”. Lo que pasa es que cuando yo hablo de ficción, me refiero a que mi trabajo tiene un punto de vista muy personal y en eso, para mí, ya hay una ficción o una subjetividad. Pero sí, es cierto que ésta es la primera película que hago que tiene un personaje central con una carga psicológica que de alguna manera abraza quizás elementos de ficción oníricos. Mis películas anteriores desde luego se quedaban mucho más ancladas en un aspecto casi hiperrealista.
¿ Al ser la adaptación de un libro ha tenido que descartar muchos elementos para poder ser más fiel al material original?
La novela es maravillosa y hay escenas en la película que son muy parecidas a las que aparecen en ella. La novela tiene una carga muy onírica que en la película es un poco diferente. Nos intentamos anclar un poco más en la realidad, pero intentando conservar aspectos de la ensoñación. Parte del deseo de adaptar este libro es porque pensábamos que era tremendamente cinematográfico. El trabajo de adaptación no acaba con el guión, todo el proceso sigue la estela de la novela y al mismo tiempo se libera de ella. Es un proceso de construcción constante, no acaba hasta que termina la última nota de esa banda sonora tan fascinante.
Esa banda sonora tiene una función casi intrusiva.
Claro, a Lucía la música la transforma y la banda sonora tenía que tener esta fuerza. También a medida que vamos componiendo la película nos damos cuenta de que quizás tiene mucho de ópera. Una ópera muy terrenal, pero una ópera. Y en la ópera no hay miedo al canto. Creo que es un personaje más. No lo teníamos tan claro al principio, pero al final sí.
Malena Alterio da vida a Lucía. ¿Cómo llegáis a la conclusión de que tenía que ser ella?
Yo desde siempre he abrazado mucho el azar en el cine y a veces suceden cosas complicadas, pero también ocurren otras que son muy sencillas. A pesar de haber trabajado mucho con actores no profesionales, siento una admiración muy profunda por los actores. En este caso era evidente que Lucía tenía que ser una actriz y para mí, nada más leer, tenía que ser Malena Alterio. ¿Y por qué? Yo creo que es una actriz fascinante, es tierna y cómica. Parece espontánea, lo es, aunque yo imaginaba que todo era improvisado y no. Ella conoce el texto y crea esta espontaneidad, incluso trabajando desde la improvisación. Es importante porque todo el equipo se miraba en ella y su compromiso hizo que todos la siguieran.
En cuanto improvisación, deja mucha libertad ¿Pasó eso factura en el montaje final?
Es la manera de rodar que he tenido otras veces. Siempre he sentido este deseo de crear un instante irrepetible, único. Y llegamos hasta él abrazando la improvisación en toda la película. No sé cuantas escenas son improvisadas y cuantas no, pero muchas lo son. Es verdad que los actores improvisan sobre cosas que tienen una base muy fuerte y luego tú vas moldeándolo en la edición. A veces ocurre algo muy curioso, secuencias en las que me veo a mi mismo intentando controlar la improvisación, destruyendo la magia de un instante irrepetible. Y a la hora de editar me he dado cuenta de que de las 10 tomas que hice, la buena es la primera.
Empezaste haciendo cine en Estados Unidos y ahora vienes a España ¿qué diferencias encuentras?Yo he sido un director muy, si no amateur, independiente. Quiero decir que eran equipos pequeños, con actores no profesionales. Eran películas muy libres y en muchos casos el equipo tenía una experiencia más limitada. Esta es la primera película que hago con un equipo mucho más grande, con mucha más experiencia que yo, y en ese sentido ha sido un poco intimidante. Pero luego tuve la fortuna de que ha sido para mi casi un master, por ver la capacidad de todos los departamentos de influir en la película. Ha trabajado en ella gente con muchísima experiencia y eso se nota y se disfruta. Si pudiera volver a hacerlo, lo repetiría lo mismo mil veces. Aunque siempre quiero más semanas, más tiempo, como todos los directores. Habría hecho un mes más solo de encuentros en el taxi, pero esa habría sido otra película.
La película puede verse a partir de hoy en los Multicines Guadalajara.