Azul/patriota/rojo

22/11/2019 - 13:24 José Ramón Solano

La exhumación de Franco de Cuelgamuros era una asignatura pendiente de la historia que no ha dejado mayor huella de conflicto, lo que demuestra que la sociedad ya había aprobado con nota alta mucho antes.

Hace unos días cayó en mis manos una entrevista con James Rhodes, pianista inglés que se pierde por las croquetas, las siestas, el Rastro, el Retiro, la Plaza Mayor, nuestras palabrotas, las torrijas, los tomates, la paella, los churros, el salmorejo, y un largo etcétera. Duerme cobijado cerca del Palacio de la Moncloa a la espera de que, a pesar de que su bandera de nacimiento es la Union Jack ( la bandera de Gran Bretaña ), quiere la nacionalidad española, se muere por ella. No es este el objetivo de este suelto, pero investiguen quién es este joven, lo anterior sólo es una minucia de la larga vida de experiencias que atesora. Y cuando dije que cayó en mis manos, me refiero a un periódico de papel, no digital, aún con olor a tinta, de los que hay que mover las hojas para avanzar en la aventura diaria, y que hoy está al borde de la desaparición.

Ya sé que el BREXIT enturbia cualquier sentimiento sosegado, y que lo inglés suscita desde hace años un rechazo visceral por los daños que pueda ocasionar su separación política del continente, que, en parte, también luchó por ellos cuando Alemania invadió Polonia y originó 60 millones de muertos en la 2ª Guerra Mundial. Daños no sólo económicos sino de ruptura con una Europa más o menos desunida.

Para no entrar en temas vidriosos, el Reino Unido ha legado a nuestro país una serie de enamorados de España que han dejado indeleble huella, ya son leyendas, y empiezo por lo más público, Michael Robinson, que vino de Londres a jugar al futbol a Pamplona, cumplir contrato y volver a las islas, pero resultó seducido y ancló de tal modo, que sólo retorna a sus orígenes para ver a sus familiares en un corto trayecto de ida y vuelta.

Hispanistas como Gerald Brenan, también conocido como D. Geraldo ( de Gerardo ), empezó su amor por España en 1919 y en granada residió hasta el 36. No sólo escribió sobre la guerra civil, sino también sobre San Juan de la Cruz o Federico García Lorca. Ya en su vejez, acosado por problemas económicos, fue ingresado en una residencia de ancianos en Londres. De allí fue rescatado por el gobierno español y andaluz para que residiera en Alhaurín el Grande hasta el final de sus días.

No quiero olvidarme de otros hispanistas como Ian Gibson o Hugh Thomas, otros dos que cayeron seducidos por la piel de toro y que dejaron sus huellas en la forma de contar los pliegues de esa piel acariciada por gente que se sumergió en nuestra forma de ser, sentir y vivir.

Sirva todo lo anterior para volver al pianista inglés que, en el citado artículo decía que: “ algo que todavía tengo que entender aquí es la diferencia entre el patriotismo y los fachas. “. Alguien tan viejuno como yo le diría que conceptos como rojos o fachas se encuentran ya desfasados, que, sólo una minoría se empeña en seguir manteniendo, casi un siglo después del millón de muertos. La exhumación de Franco de Cuelgamuros era una asignatura pendiente de la historia, que salvo unos cientos de nostálgicos y algunos ataques de los partidos políticos antagonistas del PSOE por entender que era propaganda electoral, no ha dejado mayor huella de conflicto, lo que evidencia que la sociedad civil ya había aprobado la asignatura con nota alta mucho antes.

Vuelvo al término patriota que cotitula este suelto, y lamentablemente esa palabra sólo puede ser interpretada en términos de país, lo que implica que en Estados Unidos, ese término, en una historia de poco más de 2 siglos, que comparado con la historia de España, y me remonto a épocas recientes, D. Pelayo y Covadonga, no es comparable. Estados Unidos pasó de los indios a los ingleses y de ahí a la independencia, y en nuestro caso, desde los iberos, fenicios, romanos, visigodos, árabes, portugueses, franceses, ingleses, y cercano en el tiempo, contra nosotros mismos, no hemos parado de guerrear, lo que significa que la guerra contra el diferente se ha inoculado en nuestros genes de forma tal que no existen vacunas.

El día 10 de noviembre, elecciones generales, deben resaltarse, por su mejoría, los resultados de PNV, BILDU, JXCAT, BNG, CUP, PP y VOX, si bien algunos de ellos jugaban en casa con un sistema electoral hecho a medida en el que sus votos valen mucho más que en territorio común. Casi todos ellos tienen un punto en común, el patriotismo exclusivo, que sólo alcanza a los suyos e ignora/rechaza el de los demás. 

Anda que como cunda el ejemplo de los turolenses, que con una candidatura transversal han alcanzado un diputado y dos senadores, vamos a tener decenas de clases de patriotas en lo que antaño sólo afectaba de forma unitaria a todos los habitantes de la manida piel de toro, ahora demasiado sobada.