Cambio climático y despoblación, grandes amenazas para la provincia de Guadalajara
Según un estudio del Observatorio Social de la Fundación La Caixa, la zona del Corredor del Henares está sujeta a riesgo por cambio climático, mientras que el resto de la provincia se ve afectada por la despoblación, que contribuye a que se incrementen las variables que podrían derivar en la aridez del suelo. FOTO: JAVIER CASTAÑÓN
La Fundación La Caixa acaba de hacer público su estudio Apuntes sobre la exposición de la España rural a la despoblación y al cambio climático. Según el análisis, las zonas rurales de España están experimentando transformaciones ambientales y sociales sin precedentes, “con la despoblación y el cambio climático como protagonistas más destacados”.
Un 17,5% del territorio rural está expuesto simultáneamente a altas tasas de despoblación y de aridez, prosigue. La literatura y los expertos apuntan a diversos factores de mitigación de la despoblación, como el desarrollo de la agroindustria y de las energías renovables, el turismo rural y ambiental, la inmigración, la disponibilidad de vivienda, la oferta cultural y de entretenimiento rural, y la conectividad con las zonas urbanas.
GRÁFICO: FUNDACIÓN LA CAIXA
Sin embargo, algunos de estos factores pueden acarrear efectos no deseados, tanto de tipo social como ambiental. “Por ejemplo, el desarrollo agroindustrial conlleva la concentración de explotaciones y de servicios agrícolas, lo que dificulta que jóvenes agricultores e inmigrantes tengan acceso a la tierra”, ilustra. De un modo similar, la intensificación agropecuaria puede contribuir a la erosión de los suelos, a la sobreexplotación y a la contaminación de los recursos hídricos, aumentando así el riesgo de aridez y disminuyendo la resiliencia del territorio al cambio climático.
Cambio Climático
Acotando el estudio a la provincia, se desprende que la zona limítrofe con la Comunidad de Madrid está sujeta a riesgo por cambio climático. El resto de la provincia de Guadalajara, al de afectación por el cambio climático se suma el de despoblación.
El estudio aborda el asunto de la “ruralidad”. Define rural “en función de la densidad de población, del uso del suelo y de la conectividad con polos urbanos, y se distingue entre ruralidad remota, intermedia y accesible”. Se estima que el territorio expuesto simultáneamente al cambio climático y a la despoblación disminuiría del 17,5% al 11,5% en las zonas rurales accesibles (poco densamente pobladas y con usos mayoritariamente agrícolas, pero conectadas), y aumentaría al 23,3% en las zonas rurales remotas (poco densamente pobladas, con usos predominantemente agrícolas y poco conectadas).
GRÁFICO: FUNDACIÓN LA CAIXA
En la provincia de Guadalajara el estudio delimita tres anillos concéntricos en torno a la Comunidad de Madrid. El primero de ellos recoge las localidades del Corredor del Henares más próximas al territorio madrileño y las categoriza como de ruralidad intermedia y urbana”. Se trata de la zona delimitada por Azuqueca, Guadalajara, El Casar y Chiloeches. El siguiente anillo, que denomina “ruralidad accesible”, abarca municipios que delimitan un área conformada por Torija, Uceda, Cogolludo, Jadraque, Sigüenza, Alcolea del Pinar, Cifuentes, Trillo, Sacedón, Pastrana, Almoguera e Illana.
Ruralidad
Una última área viene establecida en el entorno de los pueblos más alejados de la Sierra Norte y el Señorío de Molina, cercanos a las provincias de Cuenca, Segovia, Soria, Zaragoza y Teruel, aunque en esa zona asoma Molina de Aragón, que bien podría entrar, como un oasis, en el ámbito de ruralidad accesible, aunque los municipios que le rodean tienen las características de “remotos”.
Hacer frente a los problemas de despoblación en la España rural requiere mirar más allá de los “sospechosos habituales” y comenzar a entender mejor su interacción con el cambio climático. Gran parte del territorio rural está expuesto simultáneamente a problemas de despoblación y de aridez. Estos dos problemas “no solamente coexisten, sino que, además, interactúan”, incide el estudio. El abandono de las actividades agropecuarias extensivas y forestales aumenta la sensibilidad del territorio a los impactos del cambio climático; y dejar desatendidos los pastos y bosques contribuye a la erosión de los suelos y aumenta su vulnerabilidad a la desertificación, a la homogeneización del paisaje y a los incendios.
Macrogranjas
De un modo similar, no todas las soluciones de desarrollo rural son necesariamente deseables desde un punto de vista ambiental. “La intensificación agropecuaria (como las macrogranjas de cerdos), por ejemplo, puede contribuir al desarrollo económico, pero también hace aumentar el riesgo de sobreexplotación y de contaminación de los recursos hídricos, disminuyendo así la resiliencia del territorio y de su población a periodos de sequía”, ilustra.
Y concluye asegurando que “la buena noticia es que cada vez existe una mayor concienciación sobre la necesidad de estudiar estos procesos de forma conjunta”.