¿Cómo somos realmente? Experimentos psicológicos (II)
Nuevos experimentos nos permiten obtener interesantes conclusiones.
1) "El carácter es el destino” Walter Mischel
En 1972, el psicólogo Walter Mischel realizó un experimento en Stanford con niños de 4 a 6 años llamado “la prueba del bombón”. Les ofreció la opción de comerse un bombón inmediatamente o esperar 15 minutos para obtener dos. Diez años después, Mischel evaluó la autodisciplina y la vida de estos niños.
Descubrió que los que esperaron para obtener dos bombones eran más exitosos como adultos: eran motivados, organizados y perseverantes. Los impacientes eran más propensos a la distracción y la falta de motivación.
Este experimento resalta la importancia de la capacidad para aplazar la gratificación inmediata en el éxito a largo plazo en la vida, incluso prediciendo el éxito académico. Sugiere que esta habilidad se desarrolla en la infancia y perdura en la adultez, y que muchos optan por la gratificación inmediata en lugar de esperar para lograr objetivos más grandes.
Nota del autor: En muchas conferencias, madres y padres, al terminar, se me acercan para preguntarme: ¿cuándo podríamos saber cómo será nuestro hijo? Es claro que a corta edad, y por la herencia, por la educación recibida, por lo captado en los nueve meses intrauterinos se conforma una forma de ser.
Nacemos con un temperamento heredado. Crecemos con un carácter donde convergen también las circunstancias y desarrollamos una personalidad, que mucho tiene que ver con nuestra actitud.
Somos conscientes, que aceptar la frustración, saber diferir las gratificaciones ya de niños conlleva unos adultos con mayor capacidad de autodominio, de planificación, de equilibrio.
No intentemos educar al hijo cuando es adolescente, hagámoslo aún antes de nacer.
REFERENCIADO:
Mischel, W., Shoda, Y. y Rodríguez, M. I. (1989). Delay of gratification in children. Science (New York, N.Y.), 244(4907), 933-938. https://doi.org/10.1126/science.2658056
Mischel, W. (2014). The marshmallow test: Understanding self-control and how to master it. Random House.
2) Investigaciones psicológicas en las ciencias económicas ¿cómo gastamos el dinero?
Daniel Kahneman, psicólogo galardonado con el Premio Nobel de Economía en 2002, ha integrado la investigación psicológica en la ciencia económica, centrándose en el juicio humano y la toma de decisiones bajo incertidumbre. Nacido en Tel Aviv, estudió psicología y matemáticas en la Universidad de Jerusalén y obtuvo su doctorado en la Universidad de Berkeley. Actualmente es catedrático en Princeton. Kahneman ha dedicado su carrera a explorar cómo las personas se desvían de la racionalidad en sus decisiones, un trabajo que ha influido en diversas disciplinas.
Uno de sus experimentos más conocidos ilustra esta irracionalidad. Presentó a un grupo de personas dos escenarios: en el primero, una mujer pierde entradas de teatro valoradas en $160 y decide no volver a comprarlas; en el segundo, la misma mujer pierde $160 en efectivo destinado para las entradas, pero decide usar su tarjeta de crédito para comprarlas. Sorprendentemente, la mayoría de los participantes respondió que la mujer compraría entradas en el segundo caso, pero no en el primero, revelando cómo el contexto afecta nuestras decisiones.
Este enfoque ha transformado la economía del comportamiento, revelando que las personas no toman decisiones de forma lógica, sino que están condicionadas por el contexto y sus percepciones.
Nota del autor: Se vuelve a confirmar que no somos lógicos, sino psicológicos (a muchos les cuesta aceptarlo).
REFERENCIADO:
Tversky, A., & Kahneman, D. (1983). Extensional versus intuitive reasoning: The conjunction fallacy in probability judgment. Psychological Review, 90(4), 293-315. doi:http://dx.doi.org/10.1037/0033-295X.90.4.293.
3) Criptoamnesia
¿Y si la idea brillante no era del todo tuya?
El sociólogo Robert K. Merton, en su obra Ambivalencia sociológica, hablaba de un fenómeno tan curioso como común: el plagio inconsciente, también conocido como “criptoamnesia”. Se trata de esos momentos en los que creemos haber tenido una idea genial, sin darnos cuenta de que quizá ya la habíamos leído o escuchado antes… y simplemente la hemos olvidado como fuente externa.
Merton lo expresaba con claridad: incluso el científico más riguroso puede encariñarse con una idea que considera propia, cuando en realidad es el eco de algo ajeno, olvidado en las esquinas de la memoria.
Por eso, decía, la honradez debería valorarse más que la fama, porque nadie está libre de esos deslices de la mente. Al fin y al cabo, dentro de cada uno de nosotros resuenan muchas voces y se proyectan muchas imágenes ajenas.
La clave está en mantenerse alerta, en no obsesionarse con ser completamente original y en tener siempre la humildad de reconocer las influencias que nos han ido moldeando. Porque muchas veces, crear también es recordar lo aprendido sin darnos cuenta.
Nota del autor:
Me encanta la lección: la humildad y la honradez por encima de la fama. Cuidado con descubrir el mediterráneo, o la rueda.
REFERENCIADO:
Merton, R. (1980). Ambivalencia sociológica y otros ensayos. Madrid: Espasa-Calpe S.A.