Croissant y Fucking Panza


Cualquier persona que tenga Instagram o Tik Tok (esto empieza a ser cualquier ser vivo menor de 45-50 años) ha visto como han proliferado como mala hierba, los coach (entrenadores personales) que tratan de decirte que tu vida es una mierda y que debes sacar el mejor potencial interior a base de: “poner trabajo” “levantarse a las 5,00” o “hacer burpees”. No, no es coña, pregunten a sus hijos o a su grupo de iguales si no ha oído la maravillosa (por casposa, clasista y digna del más trasnochado y noventero Javier Cárdenas) coletilla de “(...) Miro al otro lado, croissant con fucking café, miro al otro lado y veo panza panza panza mileurista mileurista mileurista”. El propio Amadeo Llados no es más que un meme con patas que no deja de embaucar a base de la promesa de una vida mejor a todos aquellos que escuchan los cantos de sirena. No seré yo quien niegue que algunos de sus mensajes junto con una vida ordenada donde se medite (Marco Aurelio y el estoicismo), que se respete al cuerpo (haz deporte, come sano, no te apuñales la ingle...) y que busque progresar (no te rindas, rodéate de gente que te motive) son dignos de elogio. Pero ya sabéis dónde acababan las simpáticas ratas del flautista de Hamelin o qué pasó con el monorail que Lyle Lanley vendió al pueblo de los Simpsons. Las buenas intenciones ayudan, pero no son indicativo de éxito. Lo siento. Para que haya un vencedor debe haber una pila de decepciones, sueños rotos y ruinas personales. El éxito es lo menos democrático que existe y cualquier otra percepción en contra, cae en la mediocridad. 

Pero claro, todos vemos en redes sociales un tío musculado, tatuado masivamente, con una colección de Lamborghinis que quita el hipo, un yate con más pies que la media maratón de este domingo en Guadalajara y una ristra de mujeres hiper-siliconadas (con sus respectivas cuentas en Only Fans) que cuando fallezcan, acaban en el contenedor amarillo. ¿Es esa la imagen actual del éxito? Cada uno tendrá su opinión, pero las fachadas opulentas suelen esconder patios ruinosos y presumir de algo alquilado es muy triste. El “truco” (legal en todo caso) de este personaje es vender mentorías (es decir, acceso a una videoconferencia con él) con precios mensuales que van desde los 50 a los 3.000 dólares. Si lo multiplicas por una gran cantidad de adeptos que ven en eso el sueño de sus vidas, verás cómo tiene a miles de personas absortas por este Canaán virtual de chichinabo. Oye, que cada uno hace lo que quiere con su dinero, por ir a un Zoom a recibir improperios por tomarte unas cervezas con tus amigos cuando se puede o por tener una vida normativa (niños, perro, hipoteca, familia, etc...), tampoco pasa nada. Cuando te enteras que al final, la fuente de ingresos es un sistema de afiliados, es decir, los que dependen de ti te generan un ingreso pasivo, mientras que estos, crearán una nueva red inferior y los de arriba, tendrán nuevos ingresos pasivos. Un sistema multinivel no es un sistema piramidal, pero que nadie se lleve a equívoco. Si por madrugar, hacer deporte y leer, fueras de por si un Gordon Gecko o un Tony Stark de la vida, todo sería muy fácil y no, la vida (cada vez más) es tremendamente complicada, desigual, injusta y no distributiva. Por favor, en el puente lean a Piketty y se darán cuenta cómo será el resto del siglo XXI. Quizá con ese libro se ahorren los disgustos (bancarios) de acceder a la Sala Tu Primer Millón del Sr. Llados. 

Es cierto, tiran más cientos de miles de seguidores de redes sociales que una única idea brillante. El mundo 2.0. permite crear personajes de la nada cuando tan solo lo soporta una proyección de la realidad. Smoke and Mirrors. Ahora mismo existe una cada vez mayor masa de gente joven que no quiere trabajar y (cree que) se merece vivir una vida de lujo y reconocimiento social mientras que cada vez hay menos parcelas disponibles de posible éxito real. De aquí vienen las frustraciones y una retahíla de problemas de salud mental. “Yo me lo merezco”. Una mierda. La tierra para el que la trabaja, no solo para el que la contempla y a veces conseguir empatar es simplemente una victoria. No es algo nuevo. Ya lo avisaron los filósofos del siglo XX: Kundera, Levi-Strauss, Husserl, Carnap, Kellogg, Russell, Wittgenstein...nosotros sufrimos la guerra, nuestros hijos la estupidez y no se equivocaron en absoluto. Moraleja: eduquen a sus hijos en el esfuerzo, en el fracaso y en la constancia. Tomen café, mermelada, croissant y sean felices. Lo que faltaba, que con el día a día de estos tiempos donde vivir es un arte, me dice el primer gilipollas de turno que me tengo que levantar con chía y achicoria. El estoicismo tiene un límite y es la propia existencia.