El desastre de la dana
Muertes, destrucción, negligencias, indignación y solidaridad de una nacion.
Parece que nuestra generación está destinada a vivir situaciones que hacia más de un siglo que no acontecían como la pandemia, la tormenta de nieve, el volcán en erupción, el momento con más conflictos armados al tiempo o ahora esta Dana con una gran cantidad de víctimas mortales y daños materiales.No entendemos, por mucho que se explique con protocolos de actuación o tema de competencias, que desde el primer momento no estuviese el ejército ayudando a desescombrar, a salvar vidas- los tres primeros días son cruciales- y asegurando el orden contra aquellos miserables que aprovechan estas desgracias para saquear. No podemos aceptar que un presidente del Gobierno, mientras ve ahogarse a los ciudadanos de su país, diga que si querían ayuda que la hubiesen pedido, o que el de un ejecutivo autonómico viéndose sobrepasado quiera poder con todo antes que pedir auxilio. Son ellos, y las criticas de la oposición contra la AEMET, el ejemplo de esta clase política mediocre que nos gobierna, pero ceses o dimisiones ni hay ni se esperan. El pueblo, como demostró el sábado en la manifestación en Valencia, está indignado ante las negligencias de la Generalitat y todos hartos de los cruces de reproches entre el ejecutivo nacional y el autonómico valenciano echando balones fuera. La reacción ante la visita institucional de los reyes- los únicos que dieron la cara y que no pueden hacer más- y los dos presidentes de gobierno, con voces y agresiones, lo dice todo, aunque siempre rechacemos frontalmente la violencia. Su indignación después de perder famiia, casas, negocios... y ver por allí a políticos que no han estado a la altura, aunque no sean culpables de una catástrofe natural- si lo fueron los que permitieron construir en esa zona- es lógica. Ahora toca ayudar a la reconstrucción y tomar medidas para responder con mayor eficiencia en futuras ocasiones que, por desgracia, las habrá.
La provincia de Guadalajara, al igual que el resto del país, se está volcando a todos los niveles, desde el político en cada administración, hasta asociaciones, empresas, colectivos y ciudadanos a titulo particular en hacer llegar a las zonas afectadas ropa, muebles, alimentos no perecederos… y dinero para reconstruir lugares devastados, negocios arruinados, coches hechos chatarra y viviendas derruidas. Voluntarios, pala en mano, u organizando la intendencia para recoger y hacer llegar camiones llenos de solidaridad y muchas personas realizando donativos en las cuentas abiertas al efecto demuestran lo mucho bueno que hay en nuestra sociedad. Unos pocos, robando para lucrarse con la desgracia de los demás, ponen el contrapunto. Vaya todo nuestro cariño a las victimas de esta catástrofe natural ante la que esperamos saber actuar mejor si en un futuro vuelve a producirse.