El fenómeno Ayuso

11/04/2021 - 11:15 Emilio Fernández Galiano

Personalmente, lo que más me sorprende de Isabel Díaz Ayuso es su espontánea naturalidad/sinceridad. El día en que Pablo Iglesias anunció su dimisión como vicepresidente del Gobierno, sentenció: “Españoles, me debéis una".

No la “fenómena” Ayuso, tendría otro significado. Vendrá algún insensato a reivindicarme el género femenino al referirme a la actual presidente de la Comunidad de Madrid –por cierto, “presidente” es neutro, para eso están los artículos “el” o “la” para distinguir dicho género; el español, o castellano, es tan rico como aplicado, a pesar del maltrato que recibe en la actualidad por absurdos complejos de paridad. En este sentido el colmo es denigrar fonéticamente algo tan elegante como “la juez” para sustituirlo con el chirriante “la jueza”-. A lo que iba,  habrá que reconocer que la candidata a renovar su presidencia ha movilizado a todo el electorado, y su personalidad no deja indiferente a nadie, bien o mal. 

Personalmente, lo que más me sorprende de Isabel Díaz Ayuso es su espontánea naturalidad/sinceridad. El día en el que Pablo Iglesias anunció su dimisión como vicepresidente del gobierno, sentenció: “Españoles, me debéis una”. No lo hizo con aspavientos ni con la rotundidad de una genialidad de estadista. Subió un hombro, giró el rostro, ladeó ligeramente la cabeza hacia atrás y lanzó lo que muchos piensan pero que nunca habíamos escuchado en una política. Y una de las mejores sentencias del espectáculo actual, no exenta de humor. 

 

Ayuso ha crecido a medida que lo ha hecho su espontaneidad, porque siempre lo ha sido, y eso en política es de agradecer. Lo que dice –guste o no- el personal sabe que es verdad, su verdad, que se lo cree. Desde la trinchera de su honestidad, frente a los ataques de la extrema izquierda, a la que pone especialmente nerviosa,  apela  al enriquecimiento de los nuevos ricos que hoy tienen casoplones y cuentas millonarias frente a su patrimonio de andar por casa, lo que en el fondo pensamos todos. Ayuso lo sabe y es su gran baza. Recibe imperturbable por doquier embestidas alocadas de sus adversarios  y sus emisarios periodísticos/políticos –Ferreras, Cintora y demás serviles desinformadores-. Es lamentable que RTVE, un Ente de todos, se haya convertido en una televisión, otra más, sectaria y subjetiva. No es de extrañar su escandalosa caída de audiencia. Por cierto, Cintora  debería explicar su copioso contrato como sociedad independiente a pesar de que cientos de empleados de la televisión estatal están con una mano sobre otra. Pingües beneficios a pesar de que  muchos compañeros periodistas de la cadena pública, ruina total,  están presentando programas marginales de madrugada, hasta cuando llegue el alba.  

El principal atractivo de Ayuso es que no se achanta, a pesar de ser víctima del machismo más desaforado de los que dicen que lo combaten, tamaña contradicción. El problema de esa izquierda radical que tanto daño le está haciendo al PSOE es que no tiene dogmas, tiene sólo oportunidades. Asaltar el poder, asaltar los cielos. No incluyo al electorado de Sánchez, no así a sus bases, siempre más enconadas. 

Tras la disolución de la Asamblea de Madrid y la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas, existe un “run run” en la capital y provincia que no pasa desapercibido. Se prevé la participación más alta jamás conocida. Asistimos a un combate inédito con una política igualmente inédita. Pronto sabremos quien levanta el brazo en el ring ante singular pelea.