El mañana también existe


Ciertamente la pandemia está en retirada gracias a que la mayoría de la población está vacunada.  Es verdad que hay menos contagios y muertes, pero todavía sigue habiendo.

La vida sigue para todos menos para los que se quedaron en el camino, dicen que más de cien mil, y es justo y necesario no olvidarlos. Las vacunas frenaron en seco al Covid-19 y ya podemos “respirar”, con mascarilla porque todavía quedan virus sueltos que nos pueden jugar una mala pasada. Una vez que las autoridades sanitarias dieron el pistoletazo de salida nos hemos lanzado desbocados a la carrera, como si fuera de cien metros y no una maratón, con muchos kilómetros de recorrido por delante.

Teníamos muchas ganas de besos y abrazos, de encuentros familiares, de hacer una barbacoa con los amigos, de asistir a espectáculos musicales y deportivos, de salir de vacaciones, de volver a celebrar las fiestas locales, de recuperar las procesiones religiosas… de “normalizar”, dentro de lo que cabe, la vida. Y lo estamos consiguiendo, después de mucho sacrificio y altísimos costes materiales, sociales y mentales. En una desesperada huida hacia adelante, en cuando se abrió la veda nos echamos al monte para aprovechar al máximo todas las posibilidades, legalmente permitidas e incluso algunas prohibidas, como si se fuera a acabar  el mundo y el mañana no existiese. Por suerte, “el mañana  existe” y a todos nos gustaría poder disfrutar de lo que nos tiene reservado, que seguramente es mucho. Disfrutar de la vida sí, todo lo que podamos, pero hacerlo con cabeza y responsabilidad por el bien propio y de los demás, sobre todo de los demás porque el daño al prójimo es más grave. Ciertamente, la pandemia está en retirada, gracias a que la gran mayoría de la población está vacunada. Es verdad que hay muchos menos contagios y muchos menos muertos por Covid19 que hace algunos meses, pero todavía sigue habiendo. No vale decir que son pocos los contagiados y los muertos, porque todos deberíamos poner lo que esté de nuestra parte para que no haya ninguno. Un muerto siempre es un muerto. Una de las muchas lecciones que nos dio la pandemia fue tomar conciencia del valor de la salud y, en consecuencia, de la vida propia y ajena. ¿Se nos ha olvidado?

Ya están a la venta los disfraces para la fiesta de “halloveen”, fiesta carnavalesca del terror. Para terror, el que vivimos durante la pandemia, con la muerte de verdad entrando, sin permiso, a las casas, residencias de ancianos, hospitales y UCIS.  Este año, “halloveen” será una simple caricatura del terror que no asustará a nadie, ni siquiera a los niños, porque, una vez más, la realidad ha superado a la ficción.