El regalo de la Navidad
Propongo una lista de regalos de ‘gran calidad’, para gente normal y corriente, que suena a novedosa, cuando no debería serlo. En estos casos no se trata de ‘regalar objetos materiales’, por muy caros que sean, sino de ‘regalar-se en ellos.
El regalo es mucho más que dar y recibir, como si fuera una moneda de cambio para conseguir algo, do ut des (te doy para que me des). El regalo, con independencia de su valor material, tiene muchos valores: donación de algo “nuestro”, gesto de reconocimiento, cercanía y de cariño hacia la persona a quien se le da… En nuestra sociedad, el regalo se ha convertido en un suculento negocio económico para las empresas del ramo que ofrecen regalos en serie para no tener que pensar. Hay catálogos de regalos por edades y para situaciones puntuales: nacimientos, bodas, bautizos, cumpleaños, Navidad, Reyes Magos, Día de los enamorados, Día de la Madre, … Y para que el regalo resulte más “impersonal” se compra “on line” y se envía al destinatario por una agencia de reparto de paquetería sin dejar espacio para la creatividad y la emoción de “dar y recibir”, porque el regalo está propagandeado y estandarizado en los anuncios comerciales perdiendo el carácter de “regalo con corazón”.
Propongo una lista de regalos de “gran calidad”, para gente normal y corriente, que suena a novedosa, cuando no debería serlo. En primer lugar: “compartir” algo de lo que tenemos con las personas más necesitadas, como por ejemplo aportando “dinero” para las campañas contra el hambre de Cáritas, Manos Unidas, Unicef, y “alimentos” no perecederos a los Bancos de Alimentos y a las Cáritas parroquiales. En segundo lugar: hacerse “donante de sangre” para salvar la vida de otras personas, dando gratis lo que gratis hemos recibido. En tercer lugar: dedicar parte de nuestro tiempo a un “voluntariado solidario” en ONGs de atención a la infancia, a los mayores, a personas con discapacidad, a emigrantes y refugiados, para animales abandonados, en defensa de la naturaleza (ecología)… En cuarto lugar: estar dispuesto a ser “donante de órganos” para trasplante, con todas las de la ley y según la necesidad.
En estos casos no se trata de “regalar objetos materiales”, por muy caros que sean, sino de “regalar-se” en ellos. Así actúa Dios con nosotros, el “gran regalador” que es quien nos hace más y mejores regalos, tan valiosos que no tienen precio de mercado. Nos “regala” la vida, el aire, el sol, la lluvia, los animales, los árboles… y sobre todo nos “regala” su Amor, como recordamos y celebramos en estas fechas navideñas y, aunque Dios da todo sin esperar nada a cambio, “de bien nacidos es ser agradecidos”.