Fondo Soberano de Noruega


Noruega es un país maravilloso. Ahora mismo más conocido por ser el país de grandes deportistas como Erling Haaland o (sobre todo) Magnus Carlsen, pero en realidad es uno de los países con mejor calidad de vida y poderío económico de todo el mundo. No solo está a la cabeza de renta per cápita según el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, sino que es un reducto de paz en medio del hielo en el Báltico. Me apasiona su gastronomía, en especial el Geitrost (un queso de suero de leche de cabra), el bacalao, el salmón, la ballena, el Rakfish (trucha en salazón) o las carnes de Fårikål o Kjøttkaker (productos de la caza y albóndigas de ternera guisada) e incluso su clima ya que soy de los que no soportan el calor en verano. ¡Cómo no va a gustar un país que entrega el Premio Nobel de la Paz, que tiene los fiordos como atracción turística o que tiene tantos animales exóticos como típicos!

Volviendo al tema del dinero, Noruega tiene un PIB per cápita (en términos de paridad de poder adquisitivo) de 105.000 euros por persona (5º lugar mundial), exactamente el doble que España. Cierto es que Noruega tiene menos de 6 millones de almas y que nuestra Hispania censa 48 millones de tributantes largos, pero en términos de riqueza, nos dan sopas con hondas. También en términos de deuda nos sacan mucha distancia, mientras que Oslo no llega al 40 por ciento de deuda sobre PIB, España cabalga a lomos del 107. Para otra reflexión es que nosotros tenemos la moneda única comunitaria mientras que ellos tienen la corona noruega como método de cambio. Pero, vamos a la pregunta importante, ¿Cómo es que un país pequeño, frío, aislado, ocupado en la II Guerra Mundial y con poca industria tiene una economía tan estable, fuerte y envidiable? Pues gracias al petróleo y gas que explotan en sus plataformas continentales y que hacen de Noruega el tercer país del mundo que mayor cantidad de hidrocarburos exporta y el principal proveedor europeo. Y desde el año 1967, el Gobierno de Noruega creó el llamado Fondo Global de Pensiones destinado a gestionar la cantidad ingente de ingresos extraordinarios por la venta de petróleo al resto del mundo,

Y es que alguien pensó que a lo mejor no era la mejor decisión del mundo gastar por gastar, sino hacer una hucha para que los ciudadanos pudieran tener garantizado su futuro, sus pensiones y todo aquello que les preocupara a largo plazo. Llegaron a gestionarlo tan bien que Noruega tenía el mayor plan de pensiones del mundo y al final se dedicaron a invertir en todo aquello que valiera la pena. En términos monetarios, este fondo controla más del 1 por ciento de todas las bolsas mundiales y sostiene más del 2 por ciento de todos los valores de la Unión Europea. Las bases de la creación eran: “Garantizar el control nacional de las actividades de la plataforma continental”, “Independencia energética de Noruega”, “Desarrollo del sector industrial del petróleo”, “Disponer de alternativas una vez se agote el sector industrial del petróleo”, “Todo aquello que se pueda hacer en Noruega se hará en Noruega”, “El desarrollo debe ser social” y “Conjunción de colaboración público-privada para el crecimiento de la industria y el del bienestar”. En pocas palabras de admiración hacia nuestros vecinos del norte: ¡Qué envidia!

En estos tiempos donde hasta sube el IVA de los huevos, donde tenemos sol para regalar, donde hay peleas entre bandos políticos por la última tontería electoral o donde hay familias o comunidades que tienen miedo de poner la calefacción en este inicio del otoño, pues mis pensamientos van a aquellos países de nuestro entorno que se han dejado de tonterías y han mirado por sus ciudadanos. También han sufrido amenazas terroristas externas y radicalismos externos  (la matanza de Breivik en Utoya dejó 77 muertos), pero al menos todos los noruegos saben que disfrutarán seguro de su pensión (la media en 2023 fue de 2.047 euros mensuales al cambio) mientras en nuestro país seguiremos exigiendo un reparto de miseria por las decisiones pasadas con la duda de conocer el momento exacto donde nuestro sistema de pensiones de irá a paseo. Conclusión: No nos van a dar el Premio Nobel de Economía y vamos camino de opositar al de la estupidez fraternal.