IA
Con el sexágesimo aniversario del asesinato de Kennedy, curioseando en las redes sociales he vuelto a reconocer al jovial presidente hablando, eso sí, de temas actuales. Llama la atención la desubicación temporal encajándola en la actualidad.
La enunciación de las siglas me recuerda a un hortelano que vivía cerca de casa, El Pardillo (no piensen que fuera algún mote, así se apellidaba), allí en Sigüenza, con una mula que era la atracción de toda la chavalería. Para que iniciara la marcha una vez montado en sus lomos, a los de la mula, había que animarla con una interjección similar: “¡IA!”, y el animal se ponía en marcha con la cautela propia de quien sabe que la está montando un chavalín.
Mira por dónde el futuro aguardaba para singular fonética la que se refiere a la Inteligencia Artificial, al menos en español. La evolución de tan creativo mecanismo informático es tan vertiginosa como asombroso, y cada día nos descubre nuevas aplicaciones. Las más sorprendentes las que se refieren al lenguaje, la imagen y, en un conjunto de prodigios cibernéticos, la que se refiere a las personas, inventándose azafatas, presentadores o actores.
Con el sexagésimo asesinato de Kennedy, que se cumplió ayer, curioseando en las redes he vuelto a reconocer al jovial presidente hablando, eso sí, de temas actuales. Llama la atención la desubicación temporal encajándola en la actualidad como si de un puzzle se tratara y me da por pensar que en un futuro no muy lejano se suplantarán personas a modo de dobles, lo que ya existía por entonces y, sobre todo, en el mundo del cine.
También hemos visto a Salvador Dalí o a Lola Flores hablándonos después de fallecer y nuestros nietos tendrán dudas de si han compartido el tiempo con algún ilustre o, simplemente su gemelo virtual.
Los “fakes” cada vez son más perfectos, ya no sólo cantan, ahora hablan y entonan, y en un tiempo remoto asistiré a algún festejo con el mismo Kennedy para sorpresa de los asistentes. O mejor, con la misma Marilyn, entallada en sus voluptuosas curvas.
Genera cierto vértigo imaginar simulaciones en las que cueste discernir entre lo real y la ficción, y ahondando en el género y en el tiempo, quién asegura si la bella dama que me acompañaba en el hotel era la misma Marilyn. ¿Y los jueces? ¿Cómo dictaminar la veracidad de una situación? ¿Y si el que juzga no es el juez?
Ahora que está tan de moda el sentimiento de seguridad jurídica -con razón-, cómo no preocuparnos del sentimiento de la seguridad de lo real. En ocasiones he llegado a soñar con tal certeza que he tenido dudas de si mis sueños condicionaban los hechos, albergando dudas de si me pasó o, simplemente fue sólo un sueño, para satisfacción de Terenci Moix.
Nuestro cerebro puede hacernos pasar malas jugadas, no dudemos que algo más elaborado por aplicaciones informáticas, nos puede volver literalmente locos. De tal forma, no estará lejos el día que debamos incorporarnos un detector de realidades, no vaya a ser que pensemos que JFK puede relevar a Feijóo o que Pedro Sánchez es ya presidente de la III República. Aunque, a pesar de todo, Felipe VI seguirá siendo más alto.