La ermita alcarreña que recupera su espadaña, campana y coplillas del tío Flores
Detrás de una emblemática ermita del entorno del Tajuña hay varias leyendas, realidades e iniciativas, que ponen de relieve el hecho de que la fe une a un pueblo. En el caso que nos trae, esta conjunción de factores ha derivado en la recuperación de la espadaña, campana y unas entrañables coplillas.
Entre los muchos trabajos de conservación del patrimonio religioso que lleva a cabo la Hermandad del Santísimo Cristo del Calvario en Mondéjar se encuentra la reconstrucción de la espadaña histórica y la instalación de una campana, bautizada como Santa María del Encuentro, en el año 2022 en la ermita San Sebastián y del Santísimo Cristo del Calvario. “Esta iniciativa surgió tras el hallazgo de una fotografía antigua en la que se veía una espadaña vacía”, explica Juan Antonio López, vicepresidente de la asociación religiosa. El presidente, Felipe Martínez, aporta: "Apareció una foto de la ermita sin ningún árbol, solo estaba la encina centenaria; en esa foto, se ve claro que justo coinciden los pinos que cayeron en Filomena y que tenían alrededor de 80 años".
"El nombre de la campana se eligió para simbolizar el encuentro de todos los mondejanos", asienten ambos. La campana ahora se utiliza para convocar a los fieles, especialmente el día 13 de septiembre y en otras ocasiones especiales, como el Día de la Madre.
Pero esta labor de cuidado del patrimonio religioso no se queda ahí. En el año 2021, durante la pandemia, la Hermandad llevó a cabo la recuperación de las coplillas del Tío Flores, que entonaba un ermitaño que enseñaba hasta los 80 el grupo escultórico de la Cueva de los Judíos, situada bajo la ermita, asociadas a las estaciones de la Pasión de Cristo. Cavidad del siglo XVI, única en el mundo, alberga 12 escenas con un total de 75 esculturas artesanales de estuco policromado a tamaño real con más de 450 años de antigüedad.
"Este proyecto surgió como parte de una jornada especial que buscaba abrir las puertas de la ermita y ofrecer a los visitantes una experiencia única, iluminada por más de mil velas", explica Juan Antonio.
El Tío Flores adquirió las copillas a un ciego en Madrid cuando era niño y en el poco tiempo que fue a la escuela las memorizó. El esfuerzo por revivir esta tradición se basa en la recopilación de la tradición oral y en algún documento gráfico se preserva la particular forma de recitar de Flores, que contribuía a la catequesis en la cueva.
Se trata de “unos sabrosísimos comentarios, unas veces en prosa, otras en verso que encajan perfectamente de un modo espontáneo y sin cientifismo alguno, con el ambiente y la escenografía que va mostrando”, relata Fernando Cancho Duprado en su libro Los judíos de Mondéjar. Expresión escultórico-popular con base una manifestación místico-religiosa.
Situada en primer lugar, nada más comenzar la visita a la cueva, nos sorprendemos con la escena correspondiente al Lavatorio, cuya coplilla ha memorizado –entre otras- Juan Antonio López, a la par responsable de la Oficina de Turismo y encargado de mostrar la cueva a los visitantes:
“Cuan humilde y amoroso tomó una blanca toalla el Señor, y puesto al hombro y una bacía con agua para hacer el lavatorio.
Púsose a los pies de Pedro, el Señor, para lavarle. Al punto se arrojó al suelo diciendo:
“Maestro amado, eso yo no lo consiento, eso de lavar mis pies, para mí, Señor, se queda. Soy un pobre pescador que vengo de la baja esfera, mas Vos mi Redentor, Vos sois un Señor tan grande y yo cual vil gusanillo, primero prefiero que antes sea de fieras comido que consentir que me laves”.
Le miró el Señor y le dijo:
“Pedro, si no me dejas lavar, no me tendrás por amigo, ni menos podrás gozar del eternal Paraíso. Al punto se arrojó al suelo diciendo: Señor, lava mis pies y todo mi cuerpo lava, aquí me tenéis, vuestra voluntad se haga”.