
La hamburguesa que devoró el mundo
Resurgido el género literario del panfleto, se hace necesario en la sucesión de noticias de las últimas semanas respecto al daño que se está ocasionando a los animales.
Acudo a la presentación en prensa del libro de Javier Morales, La hamburguesa que devoró el mundo. Un panfleto ecoanimalista. Su editor resalta que el autor siempre busca el dialogo y el intercambio de ideas para avanzar y encontrar el punto de encuentro y ayuda mutua. Los movimientos protagonistas en el libro, con los que Morales se siente ideológicamente identificado, son el ecologista y el animalista. Remarca que a pesar de que no siempre están de acuerdo en sus planteamientos, sí lo están en lo básico como es la supervivencia en la Tierra, y en este punto de encuentro ambos son resistentes en su lucha contra los poderosos. Prologado por Ruth Toledano y Marta Tafalla en el Epílogo, el autor expone sus teorías en formato panfleto, un género con una identidad propia para un tema complejo. El texto contiene un apéndice con entrevistas a distintas personas de ambos movimientos llamado Más allá de la carne. Encuentros (y desencuentros) que refleja la pluralidad que se vive en la realidad de ambas corrientes y que busca abrir el debate.
Atrae mi atención la elección del panfleto como género literario para su nuevo libro, (les sugiero la lectura de El día que dejé de comer animales, del mismo autor que les invita a cambiar la mirada que se tiene hacia los seres más próximos, los que acaban en nuestro plato). El escritor nos recuerda que el formato es un instrumento del pasado, de la lucha del movimiento obrero o del feminismo, sin embargo, al traerlo al presente lo contempla como un género ilustre. No tiene duda, a la hora de elaborar su nueva obra, en la elección de un género concebido para espolear a la sociedad. Nace de la urgencia, dice en el inicio de la presentación, y la crisis ecosocial que vivimos es de absoluta emergencia. Nos anima a actuar y a cambiar el rumbo en un giro de ciento ochenta grados, bajarnos de nuestro antropocentrismo y empezar a mirar al resto de habitantes de este planeta como iguales, no como esclavos y subalternos. Es imprescindible proteger el ecosistema y los individuos que lo forman.
Resurgido el género, comienzo a entender que el panfleto se hace necesario en la sucesión de noticias de las últimas semanas respecto al daño que se está ocasionando a los animales. El polémico Real Decreto 666/2023, por el que se regula la distribución, prescripción, dispensación y uso de medicamentos veterinarios ha suscitado un movimiento sin precedentes en el sector veterinario, aquellos profesionales que tienen en sus manos las vidas de nuestros animales a quienes la ley no les permite actuar bajo su criterio clínico y experiencia, obligándoles a usar los antibióticos en un espacio temporal que juega en contra de la salud del paciente, como el caso de la perra Selva, primera víctima que se cobra la ley, fallecida por una sepsis esperando un cultivo que determinaba la bacteria y el antibiótico que necesitaba. Grave la falta de respeto hacia los profesionales del sector como a los animales a los que se les desampara sanitariamente, sin olvidarme de las colonias felinas, una vez más, grandes afectadas ante este Real Decreto.
Y enmascarada en la Ley de Desperdicio Alimentario se aprueba en El Congreso la desprotección del lobo y el derecho a matarlo. Una especie fundamental de nuestro ecosistema y parte de nuestra fauna que tendrá que sufrir su caza y muerte, en lugar de poner en marcha planes de convivencia entre ganaderos y animales. Una vez más España, a la cola europea en la práctica ética en la defensa de los animales. Una vez más el panfleto se vuelve a hacer imprescindible en la causa.
Es necesaria la razón crítica para no dejarnos embaucar por cualquiera que ocupe una pantalla. También dar la voz de alarma ante lo que se avecina. Javier Morales nos confiesa durante la presentación que no es optimista, pero que sí mantiene la esperanza de que las cosas puedan cambiar y reivindica que es necesario resistir para evitar los peores escenarios.