Alcorlo y el Atance, piedra a piedra


Ambos casos ponen en valor la protección de estos bienes, siendo su traslado y salvaguarda ejemplo.

Esta es la historia de dos templos alcarreños, la Iglesia de San Salvador de Alcorlo y la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de El Atance. Ambos, producto de la deslocalización de patrimonio a raíz de la política hidráulica desarrollada desde finales del siglo XIX en nuestro país.
Debido al alto desempleo agrario, durante la II República Española, se había aprobado la Ley para la Reforma Agraria (1932) para resurgir la economía en las zonas rurales, con especial importancia en el desarrollo de los proyectos hidráulicos para su obtención. En los años cincuenta y sesenta del siglo XX se produjo una importante inversión promovida por el régimen franquista, construyendo grandes presas que inundaron los pueblos españoles y que generaron energía hidroeléctrica en las zonas devastadas tras la guerra civil. 

El Atance.
Los embalses llevaron agua y luz a los hogares, donde pueblos enteros quedaron sumergidos sin poner sus bienes a salvo del agua. Distintos bienes muebles de pueblos anegados por las aguas tuvieron la fortuna de ser trasladados mediante la técnica de desmontaje y reensamblado “piedra a piedra” de monumentos con la finalidad de conservar el patrimonio. Los casos de Alcorlo y El Atance ponen en valor la protección de estos bienes producto de la reflexión sobre la defensa, conservación y restauración del patrimonio artístico, en la que su traslado y salvaguarda son ejemplo. 
El barrio de ASFAIN, en Azuqueca de Henares, surge de la asociación de veinte afiliados que en 1966 crean la ilusión de formar un nuevo barrio a través de la Asociación Familiar Independiente (ASFAIN). En 1979 son ya más de setecientos socios, con un plan urbanístico de viviendas unifamiliares, múltiples espacios de uso social, un colegio, y zonas verdes y deportivas. En ese entorno, surge la necesidad de dotar a la ciudad de una iglesia cristiana. La elegida es la del pueblo de Alcorlo, en la Serranía de Guadalajara, que se encontraba a punto de ser sumergida bajo las aguas del embalse construido -en el valle del río Bornova- sin haberle asignado un plan para su salvaguarda. Se trataba de la Iglesia parroquial de San Salvador, el edificio más importante del pueblo.

Parroquia de Santa Teresa. Reconstrucción.
Construida en los siglos XII-XIII, se realizan distintas reformas en siglos posteriores. De pequeñas dimensiones, se ubica sobre una gran roca arenisca en una de las zonas más altas del pueblo y su espadaña resaltaba en lo más alto del caserío. En honor al patrón del pueblo, recibe su nombre. Cuando los vecinos ya habían abandonado sus hogares y se produce la demolición de las viviendas el 28 de enero de 1982, solo la iglesia permanece intacta. 
ASFAIN se encarga de la gestión del traslado del templo a su nueva ciudad residencial, concedido en 1982 por el Obispado de Sigüenza-Guadalajara e iniciándose los trabajos de desmontaje esa misma primavera de un edificio singular, de gran valor histórico-artístico que representa un ejemplo típico de arquitectura religiosa rural de Guadalajara, de raíces románicas y mudéjares. El desmontaje del templo no estuvo exento de dificultades, como dato curioso el ofrecimiento de distintas personas de la localidad de Azuqueca que pusieron de manera desinteresada camiones para el traslado de las numerosas piedras que formaban la antigua parroquia. 
Dado el estado de conservación de la iglesia, se solicitó al Obispado el traslado de parte de otra iglesia del despoblado de Sacedoncillo, como los arcos de atrio y entrada, numerosos sillares esquineros y cornisas. En 1982 comienza la reconstrucción, iniciándose con las obras de la cripta, inexistente en el templo original e inaugurándose la nueva Parroquia de Santa Teresa el 1 de marzo de 1988 por parte del obispo D. Jesús Pla Gandía.

Parroquia de Santa Teresa. Actualidad.
La iglesia, sencilla en origen, con espadaña de tradición románica y portada de líneas renacentistas constó de una sola nave en Alcorlo, siendo transformada en planta de cruz latina en su nueva ubicación, pero conservando el encanto de lo sencillo y de lo sobrio, de lo esencial en definitiva, como ya reflejara la Memoria Histórico Artística de la Iglesia de Alcorlo, redactada en 1982.
La construcción de la presa de El Atance formó parte de la ley de trasvase Tajo-Segura de 1971. Fueron nueve comarcas de la Serranía de Guadalajara las afectadas, y nueve las construcciones bajo el amparo de esta ley. 
En la pedanía de Sigüenza, El Atance se encontraba sobre una loma que observaba el Río Salado, en la confluencia con el arroyo de la Hoz. Debido a la construcción del embalse, los moradores del pueblo tuvieron que abandonarlo en 1989. Ante la posible pérdida de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, la Confederación y el Obispado de Sigüenza-Guadalajara (propietario del edificio religioso), fijan un programa básico de necesidades para la ejecución de un nuevo Centro Parroquial donde ubicar el templo. El ayuntamiento de Guadalajara cede una parcela para la construcción en el entonces polígono de Aguas Vivas. El traslado se inicia en el año 2001, siendo inaugurado el 13 de marzo de 2005 por el Obispo D. José Sánchez.

San Salvador de Alcorlo.
La Iglesia de El Atance data del año 1578, tal y como refleja su portada, de estilo renacentista con toques góticos y una única planta. Las pinturas murales situadas en la hornacina lateral de la iglesia se encuentran actualmente en el Museo Diocesano de Sigüenza. En la iglesia de San Gil de Molina de Aragón, se encuentra el retablo mayor. El proyecto de traslado resaltaba que el montaje fue una operación inversa al desmontaje, para lo cual utilizaron los mismos andamios, cimbras y plantillas, por lo que el proceso de numeración de las piezas tanto en su interior como en su exterior, fue decisivo. En honor al santo patrón del pueblo se cambia el nombre por el de San Diego de Alcalá.
Esta es la historia de piedras alcarreñas renovadas y nuevamente aparejadas donde el esfuerzo por evitar la destrucción del patrimonio es posible gracias a la unión de arquitectos, historiadores, arqueólogos, Iglesia y vecinos de esos pueblos sumergidos con sentimientos de arraigo, de conservación, de dotar de un lugar donde ejercer la fe o simplemente de identificación social, que consiguen que el patrimonio sea salvaguardado.