Los asesinos de la luna: Sí, Ari Aster y cine de mafiosos
Leía hace unos días que Scorsese se declaraba admirador de Ari Aster, el director de películas de terror como Hereditary o Midsommar. Lo que me llamó la atención no fue eso estrictamente, sino que añadiera que se había inspirado en su cine a la hora de rodar Los asesinos de la luna. ¿Era eso posible? Pues va a resultar que sí.
Podemos cometer el error, sobre todo al ver el trailer de la película, de pensar que nos encontramos ante un western de 3 horas largas. Para nada. Los asesinos de la luna es más una historia de terror casi surrealista e impregnada de un durísimo humor negro. Así lo suelto.
La historia se centra en la Oklahoma de hace cien años, 1920, en el pueblo Osage concretamente, una tribu de nativos americanos que descubre un riquísimo yacimiento de petroleo en la pequeña parcela que el Gobierno de EEUU les ha dejado para vivir. De la noche a la mañana se vuelven muy muy ricos. Y el hombre blanco, que tan a bien había tenido ignorarles hasta entonces, decide centrar su atención en ellos.
Desde el primer momento, la película nos sitúa en un contexto aberrante. Los indios Osage mueren en, cuanto menos, misteriosas circunstancias. Y eso cuando no son directamente asesinadas, en el caso de las mujeres, por su maridos blancos, convertidos en ricos solteros tras el matrimonio y la posterior ‘viudedad’.
A menudo, la realidad, y esta historia es real, resulta mucho más deprimente e increible que la ficción, porque cuando el hombre goza de una posición de poder para cometer sus crímenes, en este mundo real, rara vez recibe el castigo que se merece.
Nuestro protagonista es un tipo con pocas luces, Leonardo DiCaprio, al que su tio y cacique del pueblo, De Niro, poco menos que le ordena que casarse con una mujer india para quedarse, tras los oportunos decesos de turno, con los derechos que ella tiene sobre el petroleo descubierto. Lo que viene siendo un plan sin fisuras.
Los asesinos de la luna no es un thriller ni un western. Scorsese vuelve al cine de mafiosos, con De Niro casi reinterpretando su papel en Uno de los nuestros y DiCaprio haciendo el de Ray Liotta, pero lo hace vistiéndolo con el horror y el humor insano que tanto le gusta de Ari Aster. La música, el montaje, todo, nos guía por una historia en la que el terror es la propia mediocridad humana, su odio, su avaricia... su falta de humanidad a fin de cuenta. Son dos películas en una. La primera, una historia de mafiosos de dos horas, es una gozada.La segunda, una de juicios, se hace larga.