Los tesoros de la Sierra

12/10/2025 - 18:13 José Antonio Alonso/Etnólogo

La noticia de búsqueda de oro en la Sierra Norte nos da pie para recordar algunos aspectos de la tradición oral de nuestra tierra, relacionados con la búsqueda de tesoros.

Hubo un tiempo en que el gentilicio de “alcarreño” se aplicaba, casi indiscriminadamente, a  lo relacionado con la totalidad de la provincia de Guadalajara. Sinforiano GARCÍA SANZ, en 1953, tituló uno de sus estudios más conocidos Botargas y enmascarados alcarreños, aunque, desde el principio del trabajo, el bueno de “Sinfo” dejó claro que la Alcarria no era “precisamente toda la provincia” y que la mayoría de esos personajes procedían, según sus palabras, de la “campiña alta” y de la “serranía de Tamajón”, pues “en la zona propiamente alcarreña se dan menos frecuentemente”. Sin ir más lejos, este medio en el que escribimos nuestros artículos, también recoge, puntualmente, la información de toda la provincia, bajo la cabecera común de “Nueva Alcarria”. Con el tiempo va quedando clara la división en las cuatro comarcas conocidas: Alcarria, Campiña, Señorío de Molina y Serranía; aunque siguen saltando algunas dudas, porque, claro, en  la provincia hay muchas sierras y también se consideran serranos los de Sierra Molina y los del Alto Tajo, en general, sin entrar en otras, tal vez menos conocidas, pero con el mismo denominador común. Aclarado esto, diremos que hoy nos referiremos a la Sierra Norte  y a algunos de sus tesoros.

Sierpe guardiana del tesoro de Santa Catalina. Dibujo José Antonio Alonso.


Hay revuelo, últimamente por aquella sierra. Resulta que una empresa australiana  se ha enterado de que hay oro por allí arriba y van a mirar a ver qué pasa. Hasta ahí, ninguna novedad. Según parece ya los romanos lo sabían y también estuvieron buscando el dorado mineral por La Nava de Jadraque y, ya en el s. XIX, se redescubrió oro, allí mismo y en otros lugares de la Sierra –Semillas, Robredarcas y La Iruela- (1). 

Antigua imagen de la Virgen del Rosario, de Robledo. Foto: José Antonio Alonso.


A los de Robledo nos toca de lleno, porque uno de los proyectos tiene previsto mirar por allí. A nosotros no nos pilla de sorpresa, porque la toponimia ya nos indica que hay un lugar –El Orocavo- donde, según la tradición, hay un tesoro escondido;  alguien estaba cavando allí, y ante la pregunta de ¿Qué hace usté aquí cavando?, él contestó: “ oro cavo” y siguió tranquilamente con la faena. Nuestras gentes, a veces, buscaban explicaciones llanas y sencillas ante ciertos interrogantes; si se lo hubieran preguntado a un “bachiller” de los de entonces, hubiera contestado con otros argumentos. Lo que la tradición no nos indica -al menos yo no lo he oído- es si el hombre llegó a encontrar algo o se volvió a casa con lo puesto. Parece que eso no era del interés del narrador. Otra posibilidad es que hubiera seguido intentándolo en El Canturrial de los Regachales, donde también la tradición cuenta que hay una olla de oro escondida. Estos dos no son los únicos lugares del término donde la tradición sitúa tesoros escondidos, como ya dejamos escrito en su día. No es por tirarnos el rollo, es por dar pistas a los australianos y que vayan a tiro hecho, antes de ponerse a remover el terreno. 
Otra posibilidad es que busquen donde se encuentra la famosa “fuente de oro” objeto de rondas por las calles serranas, de la que también queda referencia en nuestro cancionero:


Allá arribita, arribita
hay una fuente de oro,
donde lavan las mocitas
los pañuelos de sus novios.

La tradición oral tiene su puntito y, aunque la información puede seguir caminos extraños, a veces, aporta datos interesantes; hay que saber buscarlos, sin tomarse las cosas al pie de la letra. Eso sí, hay que tener cuidado donde se busca, porque los tesoros en la tradición popular están guardados, a veces, por tremendas sierpes que asustan a los intrépidos buscadores. Recuerdo ahora, a propósito, una historia que me contaron en Hinojosa,  junto a la ermita de Santa Catalina, esta vez en el norte del Señorío de Molina y que publiqué, hace años, en la revista “Paramera” (2).

Maqueta del museo de Hiendelaencina.Foto: José Antonio Alonso.


Pero, en el umbral de octubre, llegan las fiestas de la Virgen del Rosario, patrona de Robledo y de otras muchas localidades,  y no quería yo de dejar de referirme  a otro relato,  con la plata como protagonista. Cuenta la leyenda que un paisano volvía al pueblo en su caballo, tan contento con el dinero en el bolsillo, después de haber vendido algún ganado, en la feria de Jadraque. Unos ladrones que lo sabían, le echaron una cadena de plata y se escondieron, pensando que se bajaría del caballo y así podrían robarle; pero el hombre cogió la cadena con una lanza que llevaba y, sin detenerse, echó a correr al galope, dejando atrás a los ladrones sin cadena y sin dinero; así es que viendo de la que se había librado, ofreció comprar una corona de plata a la imagen de la Virgen del Rosario, cumpliendo su promesa. Otra explicación maravillosa que nos deja la tradición oral de la localidad. 


Que la Sierra Norte esconde grandes tesoros no es cosa nueva. Las entrañas de la tierra deben guardar todavía mucha plata, aunque los intentos por retomar la actividad minera no acaban de cuajar por falta de perspectivas rentables. Lo que sí  va funcionando son los proyectos relacionados con el turismo. De momento, en Hiendelaencina se ha montado un museo sobre “El país de la plata” que, de una manera didáctica y documentada, da fe del pasado minero de la localidad y de la zona, recurso que será completado con el proyecto de hacer visitable  la Mina “Santa Catalina”, asunto en el que los “mineros” tienen también  puestas muchas esperanzas.


El terruño guarda otros muchos tesoros que no vamos ahora a descubrir: buen paisanaje, buena gastronomía, mucha historia, mucho patrimonio y un paisaje espectacular, por citar algunas cosas. El paisaje se nos está quemando por la zona de Peñalba y El Cardoso, cuando el fin del estío llevó a algunos a confiarse y a cantar victoria en la lucha contra el fuego, un enemigo frente al que no podemos bajar la guardia. También habrá que estar vigilantes con los nuevos proyectos anunciados de búsqueda del preciado metal y seguir de cerca el proceso: qué es lo que buscan realmente y cómo piensan hacerlo, sin dañar, esperamos, el patrimonio natural: uno de nuestros grandes activos.


1: Martín Macías, Francisco. “Relatos y Cuentos de la Sierra Norte de Guadalajara, 2021, 150-151)
2: https://www.academia.edu/66038412/LA_ERMITA_DE_SANTA_CATALINA_Paramera_no_14