Masegoso: un modelo de arquitectura popular, racional y homogénea
El Colegio de Arquitectos de Guadalajara acoge, hasta el mes de junio, la exposición "Masegoso de Tajuña. La arquitectura de Regiones Devastadas. El legado de la familia Faura", en la que se puede ver cómo fue la reconstrucción de este pueblo tras la guerra civil.
La Demarcación en Guadalajara del Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha inauguró ayer la exposición Masegoso de Tajuña. La arquitectura de Regiones Devastadas. El legado de la familia Faura. En esta muestra se condensa la historia de la reconstrucción de este pueblo tras quedar prácticamente destruido en la guerra civil española. Fue uno de los municipios de la provincia adoptado por la Dirección General de Regiones Devastadas, ya que quedó destruido más del 75 por ciento de su caserío civil. “Esa fórmula de adopción se materializaba en que se hacía una reconstrucción del pueblo con un planimetría nueva y un diseño integral”, precisa el presidente de la Demarcación de Guadalajara del Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha, José Antonio Herce. Se creó una oficina en Cifuentes y otra en Humanes para hacer seguimiento de estas obras. Desde la primera se supervisaron los trabajos de Masegoso, Esplegares, Yela y Gajanejos; y desde la segunda, los de Aleas, Montarrón, Copernal, Alarilla, Hita y su pedanía hoy abandonada de Valdeconcheta.
Herce señala que estas reconstrucciones tenían unos diseños singulares específicos con algunos elementos destacados: el ayuntamiento y la plaza, las viviendas, que normalmente eran para agricultores con amplios patios y espacios para los utensilios de labranza y los animales, y la iglesia. “Dentro de la sencillez y los pocos medios con los que se construyeron, si los pueblos se han cuidado, como es el caso de Masegoso, conservan una imagen bastante unitaria”. Aunque al principio a la gente les costó aceptarlas, porque añoraban las viviendas de sus antepasados, “con el tiempo se han aceptado y se están valorando”, asevera.
El legadode la familia Faura
En la revista Reconstrucción se iban publicando los logros oficiales de la Dirección de Regiones Devastadas, pero en el caso de Masegoso se da una circunstancia especial y es que Antonio Faura, el aparejador de la Dirección General de Regiones Devastadas, responsable de los trabajos de reconstrucción, como buen aficionado a la fotografía dejó plasmadas con su cámara –la famosa Leica, como la de Robert Capa– cómo iban avanzando las obras.
“Los hijos de Antonio Faura, viendo el archivo fotográfico de su padre, que murió en 1977, fueron capaces de identificar que esas fotos, que eran fotos de obras, correspondían a Masegoso, ya que de niños habían estado allí”, explica Herce. “Se pusieron en contacto con la Asociación Cultural de Masegoso y con el Ayuntamiento y les facilitaron una copia de esas fotos que se habían hecho en los años 40 en las que se ve cómo el pueblo se está reconstruyendo. En ellas se puede ver cómo son los andamios, cómo eran los materiales y cuál era la mano de obra, que en gran medida era la gente del pueblo”. De ahí que hayan querido dar ese apellido de El legado de la familia Faura al nombre de la exposición. “Son fotos muy interesantes del momento, porque además no son fotos oficiales, son fotos que hizo en el tiempo que pasó en el pueblo, con escenas de las obras, con los niños... ”. Faura empezó a trabajar en 1941 para la Dirección General de Regiones Devastadas y estuvo viviendo, primero en Esplegares, después en Cifuentes, en Masegoso y por último en Guadalajara capital.
Desde el Colegio de Arquitectos de Guadalajara no solo han tenido acceso a estas imágenes, sino también a las fotografías y parte del material de topografía alemán que utilizó Antonio Faura. A raíz de este hallazgo se animaron a hacer esta exposición en la que iban a combinar imágenes de época con las actuales, así como planos que obtuvieron –ya que fue una obra oficial y estaban muy documentadas– del Archivo Histórico Provincial y del Archivo Histórico de la Administración de Alcalá. La exposición es, por tanto, un compendio de todos estos materiales, además de documentos en los que aparece muy detallado el coste de las obras.
“Es el rescate, con cariño, de un episodio de la arquitectura de la provincia de Guadalajara, que se corresponde con un momento triste, pero que desde el punto de vista de la arquitectura tiene su interés”, señala José Antonio Herce.
Pero tras la reconstrucción de estos pueblos se dio una paradoja y es que la gente que vivía en ellos aprendió el oficio de albañil con buenos maestros, como Faura, y al ser una zona de agricultura de secano, cuando se terminaron, se dio una emigración masiva a Madrid. “Estos agricultores habían aprendido un segundo oficio, eran albañiles, y Madrid demandaba mucha mano de obra. Así que buena parte de esta gente emigró y existía un riesgo manifiesto de que estos pueblos desaparecieran o hubieran tenido una vida muy efímera”. Pero Herce cree que la calidad de la arquitectura de estos pueblos les ha dado una segunda oportunidad. “Ahora mismo te encuentras con que la mayoría de las casas están arregladas y que la gente las utiliza con cariño. Así que la exposición es un homenaje a todo esto”.
Historia de una reconstrucción
Dado que en la posguerra no había un tejido empresarial maduro y que las empresas constructoras más conocidas estaban dedicadas a otros encargos, era frecuente que gran parte de la mano de obra fuese de la zona; y que siguieran las técnicas de construcción tradicionales. “En la posguerra hubo una carestía de materiales tremenda. El país no tenía capacidad para producir materiales de construcción modernos, y no tenía dinero para importarlos. Por tanto, estas casas continuaron la tradición histórica de la arquitectura vernácula: mampostería, ladrillo, teja árabe... por eso es una arquitectura de nuevo diseño, pero que se integra muy bien en el paisaje”, explica el presidente de los arquitectos de Guadalajara.
En definitiva, la arquitectura que podemos ver en Masegoso, según Herce, es una reinterpretación de la arquitectura popular española, de carácter rural, con dos componentes más: la racionalidad en los trazados y la homogeneidad en las viviendas. Además, tiene un diseño cuidado de las calles, pensadas tanto para el paso de carros como para el de peatones, que también se aprecia en la entrada a las viviendas. Herce precisa que en esta arquitectura hay también parte de simbolismo del Régimen, pues se quiere reflejar “los años de paz, de reconstrucción, y de la familia tradicional, de la mirada al campo, porque en esos momentos España no ha sido capaz de recuperar su industria ni de crear una industria más moderna, por eso se hace una arquitectura para mantener a la gente en el medio agrario”.
Así, los materiales utilizados eran piedras y ladrillos de la zona, vigas de madera, teja cerámica y pequeños adornos... y además “es una arquitectura siempre revestida”. El presidente explica que si la piedra utilizada era mampostería, como era el caso, se revocaba, y lo hacían por dos motivos: porque mejoraba la estanqueidad del muro, y porque no se consideraba un acabado digno. “Se consideraba que la arquitectura más digna estaba revocada o enfoscada. Por eso nos encontramos con blancos, ocres o añil; tejados de teja normal, y algunos elementos de zinc, remates, veletas...”, detalla. En la iglesia y en el Ayuntamiento sí se pueden encontrar pilastras o pilares ya tallados.
En esta reconstrucción del pueblo también se alzó de nuevo la iglesia, y además se aprovechó para construir nuevas dependencias religiosas junto a ella.
“Estos pueblos se hacían completamente de nueva planta, con calles perpendiculares, la plaza como elemento principal, y las grandes manzanas, cuyo interior suelen ser los corrales; y después la tahona y los depósitos de agua como servicios, y la casa del cura, que en este caso está al lado de la iglesia”, explica Herce.
Además, a la hora de construir las viviendas se pensaba en familias tipo y se les dotaba de unos medios en función del número de miembros que tenía calculando que la familia, con esos lotes de tierra que se le asignaba, pudiera vivir, “era un paquete completo”, precisa. En la exposición se pueden ver los planos de un Proyecto de 24 viviendas de renta reducida, tipo A, tal y como aparece en el título, pues se construyeron inmuebles de diferente tipología.
El presidente de la Demarcación de Guadalajara, José Antonio Herce, junto a otros dos compañeros que integran la Comisión de Cultura –Santiago Escudier y Fernando Lozano– han trabajado para sacar adelante esta muestra. Para ello aprovecharon la documentación recopilada para elaborar el libro 75 años en la Arquitectura de Guadalajara, que han complementado con búsquedas en el Archivo General de Alcalá de Henares y en el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara; también han aprovechado la experiencia de una visita a Gajanejos y Masegoso en 2018 y el legado fotográfico de Antonio Faura. Gran parte de las imágenes de Faura, cedidas por la familia, se pueden ver en la exposición, así como el estado actual de las viviendas, e incluso su Museo, por lo que Herce ha destacado también la colaboración de los vecinos de Masegoso, y especialmente de Pilar Villalba Cortijo, que les han abierto sus casas y también su historia.
La pandemia ha obligado a posponer su inauguración, que estaba prevista para hace un año y medio, pero al fin está ya abierta a toda la población en el horario de apertura de la sede, por la mañana. De hecho, en Navidad estaba ya montada y la familia de Antonio Faura tuvo la oportunidad de verla a puerta cerrada.
Hasta junio y más
La previsión es que la exposición esté en la sede de la Demarcación en Guadalajara del Colegio de Arquitectos (calle Teniente Figueroa,14) hasta junio y después pueda llevarse a Masegoso y a algún otro pueblo de Regiones Devastadas. Es una muestra preparada para estar a la intemperie, ya que está impresa en paneles de aluminio.