¿Quién puede matar a un niño?: Pesadilla de un día de verano

20/01/2021 - 20:23 JOSE REDISEÑA / EL CINÉFAGO

¡Bienvenidos al Majestic! un nuevo miembro de la familia Webbtertainment y un lugar donde exploraremos y degustaremos lo mejor del género de terror de todas las épocas.
 

Comenzamos nuestra programación con una obra maestra del cine español, ¿QUIÉN PUEDE MATAR A UN NIÑO? de Chicho Ibáñez Serrador (1976) y lo hacemos muy bien acompañados por Víctor Cronenberg, miembro del equipo de Webbtertainment y con el que disfrutaremos charlando sobre islas misteriosas, niños chungos y actores con los dientes un poco regu.

Acompañadnos en esta primera sesión del Majestic, no os arrepentiréis.

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CON EL KARMA NO SE JUEGA por El Cinéfago

Narciso Ibáñez Serrador pudo haber sido ´el capo´ del cine de terror español. Con apenas dos películas, todas las miradas ya estaban fijas en él. ¿Por qué se detuvo? No sé. ¿Acaso importa? Difícilmente se podía superar ¿Quién puede matar un niño? Mientras los chicos del maíz de Stephen King protagonizaban una serie B pasable, los niños de Chicho amargaban pero bien la noche al personal. 

Uno de mis traumas infantiles está íntimamente ligado a esta película. Recuerdo colarme en el salón de niño, de muy niño, y ver en la pantalla del televisor a unos pequeños jugando a la piñata. Solo que él palo no era un palo, sino una guadaña, y la piñata un ser humano. Y el sentimiento que eso me provocó define la esencia de lo que supone el cine fantástico, sobre todo el de terror: repulsión y fascinación a la vez. 

En ¿Quién puede matar a un niño?. Narciso Ibáñez Serrador se llevó al extremo el mal rollo que podían provocar los Pájaros de Hitchcock. Y aunque la esencia de las dos historias es similar: un ajuste de cuentas kármico de dos colectivos aparentemente débiles con el ser humano, el adulto en este caso, el bueno de Chicho, el mismo que nos hacía reir con el 1, 2, 3, no tuvo ningún reparo en pisar a fondo el acelerador del horror. Las pequeñas pistas y la calma con las que Chicho nos conduce hacia el terror recuerdan a la pausa del maestro del suspense en Los Pajaros, pero aquí no hay reparo alguno en llegar hasa el final. 

¿Quién puede matar a un niño? es atmosférica y luminosa, agobiantemente luminosa, como un día de playa maldito, y es también una pesadilla que cada vez se arraiga más en nuestra alma, fascinante y repulsiva a la vez, como el gran cine de terror.