Malditos Bastardos: Cartoons diabólicos y nazis

29/04/2021 - 11:57 David Webb / El Cinéfago

Aquí os traemos otros maravilloso programa de nuestros compañeros de Webbtertainment. Esta vez, sobre Malditos Bastardos, de la que también necesitaba dar su opinión nuestro Cinéfago. 

Érase una vez.. en la Francia ocupada por los nazis.

Así da comienzo este homenaje al spaghetti western y al cine bélico italiano de los años 1960 por parte de Tarantino, donde reescribe la historia para nuestro disfrute máximo, historias de grandes personajes que convergen en un acto final de venganza.

Acompañadnos junto a la grandísima @CrisPuertas (Teatro Alas Puertas) en este divertimento cinéfilo sin igual.

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EL CINÉFAGO: CARTOONS DIABÓLICOS Y NAZIS

Hay quien acusa a Tarantino de tomar demasiados elementos ´prestados´ de otros cineastas para hacer sus películas. No es justo. Quentin es más creador que nadie, una biblioteca cinematográfica capaz de guardar dentro de su cabeza grandes momentos del cine, algunos incluso que sólo él parece capaz de ver y apreciar. Pero no plagia ni tan siquiera homenajea, seamos sinceros: revoluciona.

Tanto Kill Bill como Django y los Odiosos Ocho parecen ser películas de un género concreto, pero lo son a la manera retorcida y cada vez más sádica, por qué negarlo, del bueno de Quentin. Y Malditos Bastardos no es ninguna excepción. Porque en su aproximación al cine bélico y a la Segunda Guerra Mundial, se juega toda la partida a una carta: empatizar con el diablo.

El mayor logro de Malditos Bastardos no está en sus momentos de tensión, que son simplemente magistrales, ni en sus imágenes, cuidadísimas, si no es sus personajes. Aquí, los soldados que dirige Aldo Raine están más cerca del fanático terrorista religioso que del combatientes idealista. Y eso que se supone que son los buenos. Al final son un grupo de guerreros sádicos unido por un origen religioso y étnico, pero sobre todo, por el odio al enemigo, al monstruo. Quentin les presenta casi como cartoons desquiciados de grandes sonrisas desequilibradas y brutalidad cómica a los que solo les falta sacar un mazo de 200 kg para machacar los sesos de sus adversarios… Eh, espera un momento… Eso de hecho ocurre, ¿no?

¿Y en frente? Los nazis. Monstruos, sí, pero humanizados para la ocasión. Monstruos que hablan de sus hijos, que en el caso de Daniel Brühl incluso parecen tener buen fondo. Y también psicópatas útiles para el Estado, como el bueno de Hans Landa, el retorcido ´héroe´ de esta película, un remedo de Sherlock Holmes oscuro. Brillante, pero evidentemente corrupto y demoníaco.

Quentin lo pervierte todo, y aún así la jugada le funciona. Su truculenta y marciana recreación histórica es un chiste macabro apoyado en magistrales líneas de diálogo y soberbios actores, desde el carismático Brad Pitt hasta un brutal Christoph Waltz. No le falta un fondo que invite a la reflexión ni esa estructura episódica tan dada a regalar momentos de puro cine, como la tensísima escena en el bar subterráneo.

Malditos Bastardos es puro cine de autor, puede que demasiado quizás. Su creador brilla tanto que a veces resulta empatizar con los personajes, simples peones en el juego que propone Taratino. Pero aún así es divertida, excesiva y con capacidad de generar diálogo. Una pequeña obra maestra incómoda y subversiva, pensada al milímetro y  explosivamente desenfadada. 

 

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