Turnismo

01/06/2019 - 13:43 Emilio Fernández Galiano

Se preguntarán algunos dónde ubicar a Ciudadanos, pues no responde al perfil de partido extremo ni populista; no tengo la menor duda de que si bien nació como reacción a un PP oxidado por la corrupción, terminará acomodándose en un espacio común de centro liberal a la derecha de los socialistas.

Por esa expresión, o por la de “turnismo pacífico”, se conoce lo que supuso la alternancia en el poder desde la restauración borbónica. Aunque la “alternancia”, como tal y en su concepción moderna, ya estaba prevista  desde las Cortes de Cádiz a partir de un liberalismo que, sin embargo, fue abruptamente interrumpido por la reacción absolutista y una cadena de pronunciamientos militares hasta la citada restauración. 

La alternancia, en términos actuales, implica por un lado el que sea pacífica, esto es, un traspaso no violento de poderes entre diferentes opciones políticas. Por otro, aunque con algunas excepciones, presume la existencia de un bipartidismo consolidado. Cánovas y Sagasta lo pusieron en práctica con sus respectivas formaciones políticas, conservadora y liberal, suponiendo el antecedente más ilustrativo de nuestra reciente historia. En la Segunda Republica también se encuentran alternancias en un periodo bastante convulso. Tras la Transición, con la excepción de que el partido que la protagonizó desapareciera una vez consumada, socialistas y liberal conservadores se han alternado con absoluta normalidad.

La irrupción de un fenómeno no exclusivo de España, pues en Europa igualmente ha acaecido, con la aparición y crecimiento de los partidos populistas o antisistema, ha roto ese turnismo pacífico existiendo claros ejemplos en Grecia, Austria e Italia, pongo por caso. Prácticamente en toda la Unión Europea han crecido partidos reaccionarios o revolucionarios, en uno y otro polo ideológico. En España se añade inquietantemente el fenómeno independentista, haciendo peligrar más si cabe la figura de la “alternancia”. 

En mi anterior colaboración en Nueva Alcarria, comentando los resultados de las pasadas elecciones generales, advertía de la necesidad de que los dos grandes partidos, PP y PSOE, resistieran las embestidas de otras alternativas. Y que en una orientación al centro político -”un medium virtus est”, comentaba- cada uno desde sus posiciones legítimas, les harían consolidarse. Se preguntarán algunos dónde ubicar a Ciudadanos, pues no responde al perfil de partido extremo ni populista; no tengo la menor duda de que si bien nació como reacción a un PP oxidado por la corrupción, terminará acomodándose en un espacio común de centro liberal que se posiciona a la derecha de los socialistas. 

Los resultados de las últimas elecciones locales, autonómicas y europeas, no han hecho más que confirmar la tendencia que vaticinaba al analizar las generales. De tal forma, los dos principales partidos, crecen, algo más el PP respecto a las generales. Ciudadanos retrocede alejándose de la posibilidad del sorparso y convertirse en líder de la oposición. Y los partidos extremos, finalmente, reducen su presencia en poco más que testimonial. 

Decía Baltasar Gracián que en el reino de España, donde las naciones diferentes, las lenguas varias, las inclinaciones opuestas, los climas  encontrados, es menester así mucha capacidad para conservar, así mucha para unir. Con fuerzas tan centrífugas la consolidación del bipartidismo como efecto centrípeto es garantía conveniente para futuras alternancias. 

Ese hecho ha sido especialmente relevante en Castilla La Mancha, donde un PSOE astutamente maquillado de moderado por Page se ha hecho con una mayoría absoluta dejando prácticamente solo en la oposición al PP, sin protagonismo alguno de los partidos extremos. Respecto a Guadalajara, también los socialistas han ganado en las principales ciudades, dejando solo en la capital una opción de posibles pactos que dificultarían su acceso a la alcaldía, está por ver.

Termino con la sorprendente victoria en Sigüenza de la independiente incorporada a la candidatura socialista María Jesús Merino, venciendo por un concejal a José Manuel Latre. Conozco personalmente a ambos candidatos, a los que aprecio, y me alegro que hayan facilitado a Sigüenza el turnismo pacífico. María Jesús aportará sus ganas y su propia valía personal, que se verán materializadas en beneficio de nuestra ciudad. Latre ha padecido el desgaste de dos legislaturas sin contar en muchas ocasiones con el apoyo, todo hay que decirlo, de la Junta de Comunidades y del gobierno de la Nación. Y a veces ni el de su propio partido. Queda para la posteridad su categoría humana y su comportamiento ejemplar y, aunque a veces no valorado en sus justos términos, lo mucho que ha hecho por Sigüenza y por Guadalajara.