
Un seguntino contra el pirata más famoso del mundo
Sancho Bravo, sobrino nieto del Doncel, atacó el campamento pirata de Drake y le robó 3 banderas.
La relación entre España e Inglaterra a lo largo de los siglos ha sido, cuanto menos, tormentosa. El descubrimiento de América por Castilla despertó en los monarcas ingleses una mezcla de envidia y codicia que ha marcado el devenir de la historia anglosajona durante varios cientos de años, y que se manifestó en una actividad que los ingleses consiguieron dominar a la perfección: la piratería.
Y es que, por mucho que los historiadores británicos se esfuercen en vestirlo de otro modo, ya desde el siglo XVI España sufrió continuamente ataques furtivos de buques ingleses intentando desestabilizar el comercio con las Indias, y llevarse por la fuerza una parte de las ganancias. La situación fue especialmente crítica durante el reinado de Isabel I de Inglaterra, una reina que se declaró enemiga acérrima de la monarquía hispánica. Bajo su gobierno, los anglosajones dedicaron un enorme esfuerzo para crear una flota de guerra que pudiera competir con la española, y así controlar el comercio en el Atlántico.
Felipe II comprendió perfectamente los planes de su rival, y para evitarlo organizó en 1588 una gigantesca armada para atacar Inglaterra, destronar a Isabel I, y acabar de una vez por todas con esa molesta piratería. El episodio es de sobra conocido, pues la flota, conocida popularmente como la Armada Invencible, acabó siendo derrotada por la fuerza de los elementos, la mala suerte, y la habilidad del vicealmirante inglés, Francis Drake. Un pirata conocido por su crueldad que, a base de dar pingües beneficios a la corona inglesa con sus acciones de rapiña, acabó siendo nombrado caballero. La reina Isabel I, por supuesto, nunca reconoció públicamente los desmanes de su pirata preferido, y blanqueó convenientemente su currículum vitae para que pareciera el de una persona honorable.
Bandera inglesa capturada.
Destruida la armada española, los ingleses pasaron al ataque bajo el mando de Drake. La situación parecía desesperada para España, porque el reino se había quedado sin defensa marítima frente al poderío de los ingleses. Los británicos comenzaron sus asaltos en Galicia, bombardeando La Coruña frente a la resistencia de sus habitantes, como la célebre María Pita, que rechazaron a los invasores. Viendo la imposibilidad de tomar la ciudad gallega, Drake intentó promover una sublevación en Portugal contra Felipe II, que en aquel momento también era dueño del reino luso.
Drake confiaba en que una parte importante de los portugueses no querrían seguir siendo vasallos de Felipe II. Los portugueses, además, tenían su propio imperio marítimo, solamente comparable al español. Sus posesiones en América, África y Asia generaban unas impresionantes rentas que, unidas a las de la América española, convertían a Felipe II en el hombre más poderoso de la época. Sin duda, una rebelión portuguesa habría sido un duro golpe para el rey español, y una victoria sin paliativos para los ingleses.
Por ello, la flota inglesa, todavía lamiéndose las heridas del fracaso en Galicia, llegó a Lisboa. La estrategia era clara: desembarcar con un poderoso ejército cerca de la ciudad, buscar apoyos locales, y forzar a la guarnición de la capital a abandonar su puesto para enfrentarse a los ingleses. En ese momento, Drake entraría con sus buques en el puerto, ocupando la plaza a placer.
Francis Drake.
Claro está, los españoles vieron venir esta estrategia, y evitaron a toda costa el enfrentamiento con los ingleses a campo abierto. Estos, en un alarde de improvisación, habían desembarcado sin apenas víveres, munición ni artillería, así que al poco tiempo de estar en tierra, su situación comenzó a ser un tanto desesperada. Además, los capitanes españoles habían empezado a realizar emboscadas a los ingleses, que acabaron por destrozar su moral.
Es en una de esas emboscadas en las que aparece un seguntino, el capitán de arcabuceros Sancho Bravo de Arce. Un hombre que provenía de una larga estirpe de soldados: por un lado, era sobrino nieto del famoso Doncel de Sigüenza, quien había fallecido en la guerra de Granada, al servicio de los Mendoza, en pleno ataque contra los nazaríes. Por otro, el apellido Bravo se remonta a los Bravo de Laguna, provenientes de Berlanga de Duero, y que gracias a sus servicios militares habían recibido de los reyes la alcaidía del castillo de Atienza. De estos Bravo atencinos, por cierto, provenía también el famoso capitán comunero Juan Bravo. Un árbol genealógico sin duda muy interesante.
El caso es que Sancho Bravo, nuestro valiente seguntino, liderando una pequeña partida de soldados, se acercó al campamento inglés en sigilo y, aprovechando un descuido, lanzó un ataque relámpago por sorpresa contra su retaguardia, causando innumerables bajas y consiguiendo robar tres banderas a los invasores. Una de ellas era la del mismísimo pirata Drake.
El robo de una bandera enemiga era un acto simbólico de singular valentía, que llenó de orgullo a los seguntinos. Sancho decidió que la bandera de Drake reposara en la capilla familiar tras su muerte, en la catedral de Sigüenza, y allí quedó, con los años, sumida en el olvido, cada vez más deteriorada. Afortunadamente, en 2014, el Instituto Patrimonio Cultural de España alertó de la situación de la bandera, cuya destrucción era ya casi irreversible, y que muchos ya confundían con un trapo sin valor. Tras realizar un estudio, se concluyó que lo que había en Sigüenza era la única enseña inglesa en el mundo que había sobrevivido del siglo XVI. Ante la constatación de que lo que había en la catedral era una auténtica joya histórica, se pudo proceder a su restauración, y desde 2016 podemos contemplarla, de nuevo en su máximo esplendor, en la ciudad del Doncel.
No está de más recordar que Drake regresó a Inglaterra derrotado y humillado, y su fracaso fue castigado duramente por la reina. Años después, conseguiría comandar una nueva expedición de piratería, esta vez contra Panamá, tratando de obtener una base permanente en la zona desde la cual atacar intereses españoles. De nuevo, Drake fue derrotado en varias ocasiones, y acabó falleciendo allí a los 56 años, enfermo de disentería. En cuanto a la guerra, si bien había comenzado mal para España, con la derrota de la Armada Invencible, lo cierto es que los ingleses acabarían pidiendo la paz en 1604. Capitanes como Bravo de Arce, con su valentía, tuvieron mucho que ver en esto. Sirva la bandera capturada a Drake como recuerdo.