2024

30/12/2023 - 16:39 Jesús de Andrés

Finaliza el año y nos inundan los resúmenes, las valoraciones y los pronósticos de futuro. 2024 será un tiempo interesante, como dicen los chinos a modo de maldición, no cabe duda.

Es probable que dentro de un año podamos, como aquel replicante de Blade Runner, repasar los grandes momentos vividos. No veremos naves en llamas más allá de Orión ni rayos C brillando en la oscuridad cerca de la Puerta de Tanhauser, pero sí, posiblemente, regresar a Puigdemont a lo Tarradellas -con su “ja sóc aquí” incluido-, recorriendo la Gran Vía de Barcelona en un descapotable a lo Kennedy. O retornar, quizá, a Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, cuatro años después de alentar el asalto al Congreso. Veremos, eso es seguro, a Putin ganar unas elecciones donde todo está decidido mientras se hunde más en el fracaso de la invasión de Ucrania, porque la guerra por él iniciada, pase lo que pase, es su derrota.


A lo de Argentina, sea como sea, habrá que estar atentos. A mí me tiene fascinado. Décadas de peronismo, de intervencionismo económico, han llevado al país a la hiperinflación y a la pobreza. No sé si Milei será capaz de dar con la clave, ni si le dejarán, pero está claro que seguir haciendo lo mismo no era el camino. Su Decreto de Necesidad y Urgencia, que anuló buena parte de la legislación económica puesta en marcha por las distintas dictaduras sufridas por Argentina (las de Perón, Onganía, Videla…) intenta acabar con una ineficaz intervención estatal, un sistema autárquico al más puro estilo falangista, similar al que a punto estuvo de conducir al franquismo a la bancarrota. Sorprende, por ello, o no, que sea la izquierda la que se movilice, apenas dos semanas después de llegar Milei al poder, en contra de las reformas, o que nuestra extrema derecha local, tan proteccionista ella, apoye de manera aparentemente incondicional a quien aboga por el libre comercio. Cosas del sincretismo político. Veremos qué tal les va a los argentinos, y de qué forma afecta su resultado al resto de países latinoamericanos.


Son muchos los que aseguran saber qué ocurrirá aquí y allá, como si la Sibila de Delfos les susurrara al oído el porvenir, pero no hay augures ni Nostradamus que valgan. Las ciencias sociales, dado su objeto de estudio, no pueden experimentar ni ensayar escenarios alternativos, tan solo observar tendencias o analizar determinados procesos. El futuro es impredecible por definición, recuerden las previsiones que hacíamos al comenzar 2020. Y que, más allá de lo que ocurra en Gaza, en Venezuela o en Ucrania, todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es cuestión de tiempo.