A Pilar Menéndez
Viví con sincera emoción ver a la que fue maestra, referente y amiga de tantas mujeres, entre las que me encuentro, recibir el reconocimiento de la región; pero lo que de verdad me satisfizo fue que pudiera disfrutarlo en vida.
El nombre de Pilar Menéndez y Menéndez quizá no resulte familiar a todas las lectoras y lectores de estas «Vindicaciones», pero les aseguro, sabiendo que no me equivoco, que quienes la conocieron no olvidan la extraordinaria persona que fue.
Fundó la polifacética asociación Atenea, un espacio de aprendizaje transversal y apoyo mutuo compuesto por mujeres. Vaya, lo que ahora llamamos sororidad. Me encantaba acudir a las reuniones de Atenea. Ese ambiente de respeto, cariño y ganas de superación era motivador y sus socias, una maravilla.
Pilar nos dejó en 2017, tan solo unas semanas después de haber sido distinguida por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en el Día Internacional de las Mujeres. Su trabajo incansable a favor de la igualdad, así como su propio ejemplo personal, la hacían merecedora de ello y mucho más.
Me consta el enorme esfuerzo que realizó para desplazarse hasta Albacete a recoger su galardón, pues su estado de salud ya era muy delicado. También sé la ilusión que le hizo el premio, que ella extendía a todas las mujeres que le acompañaron en esa lucha que siempre libró en nombre del feminismo.
Viví con sincera emoción ver a la que fue maestra, referente y amiga de tantas mujeres, entre las que me encuentro, recibir el reconocimiento de la región; pero lo que de verdad me satisfizo fue que pudiera disfrutarlo en vida.
Hace justo un año, además de reivindicar una figura histórica del feminismo como Mary Wollstonecraft, a través de estas líneas también quisimos rendir un justo homenaje a otra gran amiga, Teresa Butrón Viejo, a quien igualmente le fue concedida una distinción regional la legislatura pasada.
Me pareció que esa secuencia podría convertirse en pauta, de manera que este 2022 lo iniciamos con Olympe de Gouges hace quince días y, ahora, seguimos con Pilar Menéndez, una fémina valiente e independiente al igual que la revolucionaria francesa.
Pilar Menéndez recogiendo la distinción regional que le fue otorgada en 2017.
Sin embargo, la eterna sonrisa de Pilar ocultaba una biografía en la que también abundaron las amarguras e injusticias. La confianza que teníamos la una en la otra propició confidencias que hicieron que aún la admirara más. Convertir el dolor en fortaleza para ayudar a otras mujeres y mutar el pesar en alegría para darse a los demás no puede ser si no la forma más pura de generosidad y filantropía.
Y si a Pilar no se le caía el nombre de su asociación y sus mujeres, qué les voy a decir de cómo se le iluminaba la cara cuando hablaba de sus hijas, nietas y bisnieto, su pequeño “matriarcado”. Su familia fue el motor de su existencia, aquello que justificaba los sinsabores de las circunstancias.
Además, Pilar Menéndez fue una mujer que llevaba la tolerancia a gala. Nunca juzgó a las personas por su ideología, ni dejó de invitarlas a la asociación por pensar diferente. Su interés estaba en que sus compañeras adquirieran conciencia crítica, sabiendo que la unión hace la fuerza y que la pluralidad suma y no resta.
Aunque era muy crítica con los políticos, le gustaba la política, la cual consideraba un «bien necesario en el ejercicio de un compromiso serio y en serio». De este modo se expresó en una entrevista que la asociación Arrebol le hizo en 2012 (les invito a que la lean en el blog de la entidad) y que parece un compendio de sabios aforismos.
Así, manifestaba que “estamos en el camino del autoconocimiento. ¿Lo que nos falta por recorrer? Estamos en el camino”. También recordaba una buena tunda que en sus años mozos le dieron “los grises”. “No recuerdo el año (…). Después lo recogió el NODO y… me la dio mi padre. ¡Qué años!”.
Por vidas como la suya siempre insisto en que el camino hacia la igualdad no se abre solo, que han sido muchas las mujeres que lo han ido desbrozando con una carga de sufrimiento que la pátina del tiempo convierte en heroísmo.
Yo me quedo con uno de los mejores consejos que me dio Pilar Menéndez, el cual siempre llevo en el corazón: «sé política sin politiqueos».
Esta máxima me sirvió de mucho en mi etapa institucional, en la que había que elegir entre conformarse con ser un escaparte efectista o intentar (sí, por lo menos intentarlo) ser transformadoras. No faltaron traiciones, difamaciones, cuestionamientos y risotadas del patriarcado, pero eso no importa.
Gracias, gracias, gracias, Pilar.