Sí a la paz (parte II)


La vida de Isabel Oyarzábal, una de las más importantes promotoras del feminismo en nuestro país, estuvo marcada por el desastre humanitario que supuso la Primera Guerra Mundial. 

En la Vindicación de 28 de junio del presente año, trazamos la semblanza de Isabel Oyarzábal Smith (Málaga, 1878), que estuvo vinculada a nuestra provincia por haber sido nombrado su marido Gobernador Civil de Guadalajara en 1931. Oyarzábal fue una de las más importantes promotoras del feminismo en nuestro país, destacando en su lucha por el sufragio universal y otras cuestiones sumamente relevantes como el derecho al divorcio, la igualdad salarial, la mejora de las condiciones laborales de las féminas, la abolición de la prostitución, la alfabetización de las mujeres y las niñas, etc.

            La vida de Oyarzábal, como la muchas de las mujeres de su época, estuvo marcada por el desastre humanitario que supuso la Primera Guerra Mundial, un conflicto que no evitó que años más tarde se desatara la Segunda Guerra Mundial y su preludio, la Guerra Civil Española. Así, en el periodo de entreguerras se estrecharon los lazos entre el feminismo y el pacifismo bajo las demandas de paz permanente, impulso a la cultura de la paz desde la infancia y el reconocimiento de los derechos civiles y políticos de las mujeres.

            En este contexto, en 1915 surgió la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, entidad que sumaba esfuerzos a los que desde hacía décadas venía realizando la Alianza Internacional por el Sufragio Femenino (constituida formalmente en 1904, pero que ya llevaba años trabajando por unir a las mujeres de todo el mundo en la reivindicación del voto y otros derechos de ciudadanía).

            Además, en 1919 se creó la Sociedad de Naciones −antecedente de la ONU− con el fin de sentar las bases para la paz mundial y la restablecimiento de la relaciones internacionales, organismo al que las entidades feministas solicitaron tener presencia, pues, como se ha indicado, el sufragismo y el pacifismo se daban la mano con fuerza, habiendo desarrollado un discurso propio alrededor de los ejes de la igualdad y de la paz. En este sentido, Isabel Oyarzábal participó en varias ocasiones tanto en la Sociedad de Naciones como en la OIT, también creada en virtud del Tratado de Versalles

            Asimismo, en 1919 se fundó la Federación Internacional de Mujeres Universitarias, la tercera de las tres grandes asociaciones feministas que operaban a nivel global para reclamar los derechos de las mujeres. A esta organización se unieron las españolas en 1920, siendo que un buen número de ellas también estaban afiliadas a otras entidades que desde 1918 venían vertebrando el feminismo de nuestro país. Este era el caso de Isabel Oyarzábal, Clara Campoamor y otras mujeres referentes que formaron parte de casi todos los colectivos que iban surgiendo a favor progreso de la mujer.

Isabel Oyarzábal Smith con la delegación española ante la Organización Internacional de Trabajo en Ginebra (1932). Fuente: OIT

            Pues bien, en 1929 se constituyó la Liga Femenina Española por la Paz, la cual compartía con la Asociación de Mujeres Universitarias sede… y socias, muchas de ellas a su vez relacionadas mítico Lyceum Club, un espacio cultural, social y reivindicativo de las mujeres más avanzadas de la capital de España.  Las bondades de simultanear militancia en grupos feministas diferentes y al mismo tiempo convergentes eran muy apreciadas por sus integrantes; en palabras de las fundadoras de la Liga por la Paz, entre las que se encontraba Oyarzábal, su deseo era «unir dos movimientos que se sentían vitalmente vinculados: el movimiento sufragista y el movimiento pacifista. El primero ha sido reconocido como uno de los más grandes movimientos mundiales de liberación; ya es hora de que también se reconozca igual mérito al segundo. Solo las mujeres libres pueden construir una paz futura».

            La estructura de la Liga Femenina Española por la Paz era bastante asamblearia, a cuyas convocatorias también estaban invitados los hombres que adquirían la condición de «socios fraternales»; sin embargo, los puestos de gobierno correspondían en exclusiva a las mujeres. La primera presidenta de la Liga fue Isabel Oyarzábal, a la que acompañaron en el comité directivo Carmen Baroja, Clara Campoamor, Benita Asas, Matilde Huici, etc. Sin duda, Oyarzábal fue una mujer extraordinaria sin la cual no se podría entender la construcción del feminismo español y la inserción de este en los movimientos internacionales.

            No quisiera finalizar esta vindicación sin hacer una breve mención a Congreso de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo que se celebró en París en 1934 y que contó con una amplia representación española. Semanas antes del evento parisino, mujeres de ideologías y posiciones sociales diversas llevaron a cabo en España el I Congreso Nacional Femenino contra la Guerra y el Fascismo, en el que se aprobó la adhesión al congreso de París y que finalizó con la lectura de un poema de Alberti a cargo de otra de las grandes, María Teresa León.

Paz sin fin, paz verdadera.

Paz que al alba se levante

y a la noche no se muera.

¡Paz, paz, paz! Paz luminosa.

Una vida de armonía

sobre una tierra dichosa

Rafael Alberti