Alfonso XIII, Romanones y la introducción del cine pornográfico en España


El que se erigiera como defensor de la fe católica poseía una doble moral que le hacía acudír a búrdeles y cabarets de manera recurrente. 

 Alfonso XIII fue un monarca que se caracterizó por sus gustos modernos y cosmopolitas. Nacido en 1886, fue rey de España desde su nacimiento, aunque su madre María Cristina tuvo que hacerse cargo de la regencia hasta 1902, año en el que Alfonso, al cumplir los dieciséis, pudo hacerse cargo personalmente de la Corona.


Le apasionaban los coches, la velocidad, la caza, y los nuevos deportes que empezaban a practicarse en Europa a principios del siglo XX, como el tenis, el polo o la vela. Pero tenía otros gustos que no pasaban desapercibidos: las mujeres y el sexo.
El que se erigiera como defensor de la tradición y la fe católica poseía una doble moral que le hacía acudir a burdeles y cabarets de manera recurrente. Además de los siete hijos que tuvo con su mujer, Victoria Eugenia de Battenberg, tuvo al menos otros cinco que fueron fruto de sus relaciones extramatrimoniales con actrices, aristócratas e incluso institutrices que formaban parte de la Corte.
Otra de sus aficiones era el cine. Sobre todo sentía predilección por el cine pornográfico, y consumía constantemente películas para adultos que se realizaban en Europa, aunque pronto se aburrió de las temáticas que se mostraban en ellas. Por más películas que veía nunca eran suficientes para saciar sus necesidades.

El Conde Romanones y Alfonso XIII.


Por ello, y haciendo caso al dicho de “si la montaña no va a Mahoma...”, un día decidió hacer sus propias películas pornográficas. En la España de aquella época no era nada fácil, y, para que lo ayudara en esta tarea, encargó a su hombre de confianza, el conde de Romanones, que buscara por todo el país a unos productores que pudieran hacer realidad su deseo. Álvaro de Figueroa se puso manos a la obra y, finalmente, en Barcelona encontró a los hombres que necesitaba. Se trataba de los hermanos Ramón y Ricardo Baños, quienes se pusieron a las órdenes del rey para, con la productora Royal Films, fundada en 1915 expresamente para suministrar cine porno a la Casa Real, hacer realidad todas las fantasías del Borbón.


Alfonso XIII se involucró personalmente en la elaboración de las películas. Entre otras tareas fue él quien creó los guiones y participó en el casting para elegir a las señoritas que serías las actrices protagonistas. Actrices, que, por otra parte, eran prostitutas. 
De este modo el monarca pudo plasmar todas sus fantasías sexuales y darles vida a través de la pantalla. Se calcula que el pionero del cine pornográfico en España llegó a rodar unas setenta películas, aunque, tras su exilio del país debido a la proclamación de la II República en 1931, desaparecieron. O eso se creía...  A principios de los años noventa del pasado siglo el coleccionista de cine José Luis Rado encontró tres de estas películas en un convento de Valencia. Desconocemos por qué se custodiaban en un lugar tan inimaginable para este tipo de temática, aunque en alguna ocasión se ha mencionado, por el contrario, que fueron halladas en una base militar.

Ramón Baños, productor de Royal Films, que hizo películas para el rey Alfonso XIII.


Sea cual fuere su lugar de ocultación, esas tres películas (que actualmente se conservan en la Filmoteca Valenciana) fueron restauradas y pudieron volver a proyectarse. Sus títulos son El confesor, Consultorio de señoras y El ministro. En ellas podemos ver las fantasías y el modo de entender el mundo del rey, pues todas tratan de hombres poderosos (un sacerdote, un médico y un ministro) que se sirven de ese poder para aprovecharse de mujeres que les piden ayuda (unas feligresas que acuden a confesar sus pecados, unas pacientes que reciben un tratamiento con un método cuestionable, o una mujer que ruega al ministro que no despida a su marido).

Ricardo Baños, productor de Royal Films.


Para poder disfrutar de estas películas, Alfonso XIII ordenó construir una sala de cine en el Palacio Real, donde concedía sesiones clandestinas. A ellas acudían aristócratas, políticos, y otros amigos del monarca para disfrutar de este placer elitista que en aquella época solo estaba al alcance de unos pocos. 
De esta forma Alfonso XIII se convirtió en el primer promotor del cine pornográfico en España, tarea que no habría podido llevar a cabo sin la inestimable ayuda de nuestro conde de Romanones, quien hizo todo lo posible por conceder al rey sus más íntimos deseos.