Alovera Beach
No tengo datos de encuestas respecto a este proyecto, pero, acostumbrado uno como está a mirar alrededor, me atrevo a decir que en su mayor parte son opiniones positivas, tanto las que se expresan claramente como las que asienten sin más.
El proyecto de crear en Alovera una gran laguna artificial ligada a un desarrollo urbanístico, con diferentes zonas de baño y una gran playa de arena, ha generado respuestas de todo tipo. No tengo datos de encuestas, pero, acostumbrado uno como está a mirar alrededor, me atrevo a decir que en su mayor parte son opiniones positivas, tanto las que se expresan claramente como las que asienten sin más. También hay voces, como era previsible, que se han manifestado en contra. De los grupos ecologistas, amigos de la brocha gorda, cabía esperar, como así ha sido, una enmienda a la totalidad, en la que se mezclan las referencias al cambio climático con la maldad intrínseca del capitalismo. Sorprende más, sin embargo, que algún medio de comunicación nacional se haya ocupado de la noticia convirtiéndola en artículo de opinión, recogiendo las críticas ecologistas sin matiz alguno e ignorando el contexto en el que se propone el plan.
El grado de alarmismo es tal en algunos casos que, a mí, particularmente, me despierta sospechas de todo tipo. Cabe colegir de tales voces que Alovera Beach vaya a ser responsable poco menos que de la destrucción del planeta. Y no. Ni el planeta va a desaparecer por efecto del cambio climático (en todo caso desaparecerán la humanidad o las formas de vida conocidas hasta hoy día, pero ese es otro tema) ni la creación de la laguna va a afectar lo más mínimo a la modificación de las temperaturas. Al contrario, hará más llevaderos sus efectos socializando el disfrute del agua. El cambio climático existe, es una realidad demostrada científicamente pese a que los negacionistas quieren convencernos de que los cambios abruptos de las temperaturas son ciclos naturales. Pero nada que ver con esto.
Uno de los argumentos que uno ha tenido que leer últimamente es que los embalses de Guadalajara están bajo mínimos, que cómo se va a hacer una gran piscina cuando a los pueblos ribereños hay que llevar el agua en cisternas. Todo ello ¡sin citar el trasvase! La Región de Murcia no tiene agua, pero tiene más de 20 campos de golf (más una decena en Almería) y varios centros acuáticos, las piscinas municipales y privadas se cuentan allí por miles y la voracidad de su agricultura de regadío es insaciable. Nadie habla, por ejemplo, de la contribución del proyecto a la reducción de la huella de carbono al evitar desplazamientos al mar. Eso sí, en Torrejón de Ardoz se levanta un nuevo centro comercial, Oasiz, con un gran lago, y ni pío. La cantidad de agua a usarse es tan ridícula, tan insignificante, que escuchando las críticas, cuando vienen de fuera, uno piensa que nos toman por tontos. Y que cuando las hacemos desde aquí, lo somos.