¿Año de bienes?

16/11/2019 - 18:26 Antonio Yagüe

Ahora que florecen los cargos y se ha prometido hasta un Ministerio para marear la perdiz en la España vacía o vaciada, dan más ganas de caminar por las montañas y calles nevadas.

Tantas elecciones, pactos imposibles y el avispero del panorama político nos están tapando el otoño. Ya no hablan sobre él ni los grandes almacenes como reclamo publicitario. Antes empezaba con las primeras lluvias hermanas de la melancolía, la vuelta al cole, el cristal empañado, el fin del primer amor de verano y la tibia atmósfera en el cuarto de estar con magdalenas y café con leche. Seguía con los caminos de las alamedas pintados del oro viejo de las hojas caídas y se asentaba con el primer frío de las mañanas con memoria de escarcha.

Esta semana se ha cubierto el Moncayo con la manta blanca que descubre las formas del obispo difunto en su catafalco. En mi pueblo fueron cayendo copos hasta conformar un tasquejo como los corrientes en mi infancia. Suficiente para enviar unas fotos al whastap familiar, con el fondo de una luz cruda y ciega en los cerros. Los troncos de los árboles se abrigan como con chaquetas de lana y el columpio en el que juegan sobrinos y nietos rompe la grisura del paisaje. Es verde y algo destartalado. Siempre les espera en silencio.

La nieve ha tapado en los huertos los últimos tomates y berzas. La de mi pueblo me aterece las manos aunque esté en otro lugar. Me trae un olor indefinible a lumbre y estufa de leña, el saludo del vecino que llama a toque de cencerro a juntar las cabras… Tendré que vestirme rápido, ponerme el tapabocas hasta la nariz y las botas para ir a la escuela. Pero no, ya no hay dula y el colegio lleva décadas cerrado.

“Mi memoria es la memoria de la nieve”, escribió Julio Llamazares hace 37 años con versos que rememoran recuerdos colectivos, ancestrales y míticos de los pueblos leoneses. Ahora que florecen los cargos y se ha prometido hasta un Ministerio para marear la perdiz en la España vacía o vaciada, dan más ganas de caminar por las montañas y calles nevadas. Ofrecen el mejor espacio en blanco para la soledad.

  A nadie, con la que está cayendo, parece importarle tampoco el invierno que casi tenemos encima. Fascina ver cómo caen los copos y hacer una buena bola de nieve y sueños. Aunque se derrita pronto ¿Año de nieves, año de bienes?