Aquaman y su acuacoctelera
¿Es Jamen Wan uno de los mejores directores que existe a la hora de coger referencias de otras películas y géneros para construir un producto propio? Sí. ¿Es eso suficiente motivo para que una película sea buena? No.
En el cine actual, tan importante como lo que se ve en pantalla es lo que rodea al rodaje de cada película, e incluso los mensajes ocultos que la habitan. No es una ciencia exacta, pero cuanto más elaborado está todo lo que rodea a la trama principal, cuantos más mensajes o huevos de pascua esconde, mejor.
Por desgracia, también importan, y mucho, las circunstancias en la que se ha llevado a cabo la producción de una película. Recordemos cómo los rumores se cargaron la proyección comercial de la excelente El guerrero número 13. No es nada nuevo. Por triste que resulte, las buenas expectativas con las que se esperan una película palidecen ante el peso que puede tener cualquier noticia desmotivadora sobre la misma producción.
En el caso de Aquaman, los problemas llegaron pronto tras los líos y juicios que saltaron a los medios entre su protagonista femenina, Amber Heard, y su ex pareja, el actor Jhonny Deep. Después llegó el fichaje de James Gunn por DC y su intención de reinventarlo todo y el topetazo de Flash. Aún existía expectación por ver la secuela de una de las mejores películas de superhéroes que ha hecho DC en los últimos años, pero Aquaman y el reino perdido ya no navegaba con el viento a favor.
La película retoma la historia de Aquaman tiempo después de donde la dejó la primera película. El protagonista está casado y es un padre comprometido con las tareas del hogar y el cuidado de su retoño en tierra... y a la vez es rey de Atlantis en el mar, aunque el trabajo no es tan divertido como él esperaba. Pero la situación está a punto de cambiar drásticamente, Black Manta sigue empeñado en vengar la muerte de su padre y encuentra un tridente con un oscuro poder que le permitirá poner en serios aprietos a Aquaman, tanto que tendrá que recurrir al que antaño fue su peor enemigo, su propio hermano.
La secuela de Aquaman lo tiene todo. Jason Momoa se lo pasa pipa haciendo de un héroe que da un pasito más hacia el sentido del humor del Thor de Taika Waititi. Patrik Wilson ejerce de maravilla como contrapartida, dando pie a una buddie movie repleta de humor. Además, Wan mete en coctelera la cantina de Star Wars y hasta una versión marina de Jabba el Hut; bases secretas destinada a poner en peligro el mundo al más puro estilo James Bond; villanos y escenas directamente extraídas de El Señor de los Anillos, con Sauron, los orcos y las visiones del Anillo de Poder; e incluso tenemos los siempre perturbadores monstruos gigantes de Viaje al Centro de la Tierra. Eso sin olvidar los préstamos u homenajes al universo Marvel.
Aquaman lo une todo y ofrece un producto divertido. Hay quien dice que no llega al nivel de la primera, que a un servidor tampoco es que le entusiasmara en exceso, pero esta secuela es loquísima por todo lo que propone y el carisma de sus actores. Una vez más, si no le gusta el cine de superhéroes, no la vea. Si no le gustó la anterior, no la vea. Si está desengañado con esto de las superhistorias, ahórresela. No va a convencerle de nada en lo que no crea, pero si lo que espera son dos horas de diversión despreocupada y palomitera algo superficial, vaya comprando la entrada.
AQUAMAN Y EL REINO PERDIDO
Director: Jamen Wan.
USA (2023)