Aquel antiguo comercio de hostelería que hacía la labor de estación de autobuses: El bar Ramos
Antiguamente en la ciudad de Guadalajara existían dos lugares en donde paraban los autobuses con servicios discrecionales.
Uno de ellos era frente a la fachada principal del palacio de Infantado y realizaba la línea regular entre Madrid y Guadalajara, por parte de la empresa Continental-Auto. La otra parada de autobuses, con líneas regulares a los pueblos de la provincia de Guadalajara, era en un techado cubierto en la calle Ingeniero Mariño. Esta singular parada era utilizada por los autobuses de Flora- Villa, la empresa familiar de Vázquez y por último la llamada popularmente como la Bernal, la cual realizaba la ruta hasta la localidad de Campisábalos y que en la actualidad se denomina Samar.
En el año 1945 el empresario de Guadalajara Anibal Hernández, viendo el bullicio de gente que había en esa zona abrió un comercio de hostelería con el nombre de bar Ramos, en concreto en el número 36 de la calle Ingeniero Mariño y justo enfrente de la parada de los autobuses provinciales. En el interior del bar, Anibal Hernández puso varias mesas para hacer más agradable la espera del autobús, una pequeña consigna para almacenar los paquetes de sus clientes y un aparato de teléfono para avisar a los familiares sobre las novedades del viaje y los recados para realizarlos en Guadalajara.
En una de las paredes del bar existía un enorme tablón de anuncio de corcho en donde se ponían las salidas y llegadas de las empresas que realizaban la ruta por la provincia. Con el paso del tiempo y ante la gran demanda del único teléfono existente en el local, el dueño tuvo que solicitar una nueva linea de teléfono con su aparato incluido, para que no se colapsase la línea telefónica.
Justo encima del bar Ramos existía una gestoría regentada por Aurora Hernández, hija del propietario del bar que siempre se encontraba disponible para resolver los asuntos administrativos de los que se trasladaban a Guadalajara. Con el paso del tiempo Aurora obtuvo su plaza de maestra en el instituto Brianda de Mendoza.
Otra persona que acudía al interior del bar Ramos era la vendedora ambulante Isabel Sanchéz “ La Luna”. Vecina del desaparecido barrio del Cerro del Pimiento ofrecía a los viajeros en su amplia cesta colgada al cuello, todo tipo de tabacos, golosinas, frutos secos y productos de bollería.
Una vez llegada la merecida jubilación de Anibal Hernández, fue su nieta Marisa Ramos la que tomó las riendas del local. La inauguración de la moderna estación de autobuses de Guadalajara en febrero de 1986 supuso el cierre definitivo del Bar Ramos. Todas las líneas de autobuses, tanto nacionales como provinciales, fueron obligadas a realizar sus salidas y entradas en las amplias dársenas de la nueva estación.
En enero de 1987 las puertas del emblemático bar Ramos se cerraban de forma definitiva, dejando una huella imborrable tanto en Guadalajara como en su provincia.